Las 20 razones para no votar y más

, por EdeN

20 Razones Para No Votar

• UN SISTEMA ELECTORAL DE DERECHA: Las elecciones no están basadas en la igualdad, sino en la ley del más fuerte y del que tiene más dinero. Es ideológicamente compatible con el capitalismo.

• TODOS LOS PARTIDOS FUNCIONAN IGUAL: No importa quién se aproveche de tu boleta electoral, el molde ya está hecho para que todos se corrompan cuando llegan al poder. Las elecciones son puras ilusiones.

• ESE PODER ES UN BOTÍN, NO UN SERVICIO: El sistema electoral está diseñado para enriquecer a la clase política, generando ambiciones y corrupciones sin límite. Votar es elegir a quién te va a robar.

• VOTAR ES CALLAR: Las elecciones significan un cheque en blanco que entrega nuestra voluntad a un puñado de bribones para que decidan el destino del país.

• VOTAS Y TE VAS: No hay participación ciudadana. La democracia termina en el momento en que depositas tu voto, nunca más te tomarán en cuenta.

• DIVISIÓN Y COMPETENCIA: Los partidos políticos confrontan a los mexicanos, impiden la unidad y la cooperación.

• EL VOTO SECRETO ES UN VOTO DE MIEDO: En una sociedad democrática nadie tiene por qué tener miedo de manifestar su opinión.

• INDIVIDUALISMO: El sistema electoral no está diseñado para que la gente dialogue y resuelva los problemas del país.

• PARÁSITOS PLURINOMINALES: Tu voto repartirá el botín a candidatos plurinominales por los que nadie votó, que no representan a nadie, y que son los más parásitos y sinvergüenzas de la política.

• INÚTIL A LA PATRIA : Este sistema político es el mismo que ha vendido el país, ha enriquecido a los grandes empresarios y ha dejado en la miseria a millones de mexicanos.

• VIDA DE PRIVILEGIOS: El sistema político está diseñado para ser una forma de vida con privilegios, lo de menos es el partido o qué puesto de gobierno sea.

• DEPENDENCIA: Este sistema perverso de partidos políticos es fomentado por los Estados Unidos en todo el mundo para controlar a los gobiernos.

• SIN REPRESENTATIVIDAD: Los ganadores de las elecciones no representan al pueblo sino a sí mismos y a los dueños del capital; no tienen la responsabilidad de rendir cuentas al pueblo.

• CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD: El sistema político legaliza la corrupción, propicia complicidades y protege a los gobernantes.

• INSTITUTO DE FRAUDE ELECTORAL (IFE): Grupo de sinvergüenzas que utilizan las elecciones como trampolín para seguir gozando los privilegios de la clase política; no representan a la ciudadanía sino a los intereses de los partidos, y no tienen credibilidad alguna.

• EL NEGOCIO DE LA PARTIDOCRACIA : Los partidos políticos son un negocio millonario para sus funcionarios y candidatos, y se nutren del presupuesto público, no de sus militantes.

• EL PODER EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: Lejos de la ciudadanía, las decisiones las toman los dueños de la radio y la televisión para su beneficio, gozando de total impunidad, y se quedan con la mayor parte del presupuesto electoral.

• TU VOTO AVALA TODA ESTA PUDREDUMBRE: Participar con tu voto en las elecciones, incluso anulándolo, significa estar de acuerdo con esa forma pervertida de hacer política, aunque no te gusten los candidatos o partidos en turno.

• LAS ILUSIONES NO CABEN EN LAS URNAS: La democracia, la libertad y la justicia no caben en las urnas, y les quedan grandes a este sistema político.

• OBLIGADOS A CONSTRUIR OTRA COSA: La abstención consciente y organizada es liberación: nos llevará a pensar y construir otra forma de hacer política. Mejor quédate en casa a pensar cómo vamos a derrocar a este sistema y toda su clase política. El primer paso para dar media vuelta es detenerse: Detén tu voto y… piénsale a fondo.


Colectivo Atzcapotzalco

¿PARA QUE SIRVEN LAS ELECCIONES?

En pocos días el pueblo mexicano acudirá a las urnas para simular la elección del presidente, ejerciendo el libre “derecho” de decidir quién nos habrá de aplastar y reprimir desde el parlamento, desde las gubernaturas, desde la presidencia.

Un sector de la población espera que la situación económica-política y social del país cambie por arte de magia (tachando una boletita), creyendo que con “reciclar” a la inmoral clase política dicho cambio se puede gestar.

Los políticos mentirosos, la inseguridad o la corrupción son un gran problema pero no son la raíz del problema que nos tiene sumergidos en la decadencia, existe otro conflicto más viejo, nocivo y violento que a su vez necesita y reproduce los problemas mencionados. Dicho conflicto necesita de instituciones, reglas y “quien se las crea” para poder existir.

Son las elecciones a cualquier nivel (municipal, estatal y presidencial) la garantía de existencia y continuidad del sistema capitalista, el conflicto que no hemos podido resolver. El sistema capitalista requiere aparentar ser un sistema único, superior e insustituible.

Para cumplir esta función hace creer que se trata de un modelo democrático, civilizado y hasta moral, por eso necesita de las elecciones para que la masa oprimida crea que está eligiendo libremente (del grupo de opresores que le presenten en distintos colores), lo que no se dice es que ninguna opción está fuera del sistema, ninguna “propuesta” cuestiona la base del sistema explotador de la clase trabajadora y depredador de la madre naturaleza.

Afortunadamente muchos otros mexicanos saben y conocen la forma de cambiar el problema de raíz que padece México y el mundo, tomando las riendas de sus vidas en su manos, ejerciendo la autonomía, colectivizando la riqueza, organizando su rebeldía.

¡BASTA DE ENGAÑOS AL PUEBLO DE MÉXICO!

¡VIVA LA AUTONOMÍA DE LOS PUEBLOS EN LUCHA!

¡NI PRI, NI PAN NI PRD, LA OTRA CAMPAÑA CONTRA EL PODER!

Colectivo Azcapotzalco de la Otra Campaña


Lydia Cacho

No sumarse para no sumirse

Plan b / CIMAC

cacholydia@yahoo.com Twitter: @lydiacachosi www.lydiacacho.net

Hay una fuerte corriente de analistas políticos que desde la academia nos machacan con el discurso de que el proceso electoral es eje central de la democracia, que no debemos criticar al IFE porque es un producto vital de esa democracia, y que hay que votar por un candidato porque el voto nulo le hará un gran daño al país y llevará al triunfo al vilipendiado Enrique Peña Nieto.

El problema es que muchas personas sabemos claramente por quién no votaremos, pero millones se preguntan no solamente por quién hacerlo sino si en verdad es útil su voto.

Me parece que en México urge reivindicar esa pregunta: ¿Es útil el voto para la democracia que añoramos? O sólo para la que tenemos, que sin duda nos hace sentir a las mayorías esclavizadas a un sistema que inevitablemente nos lleva a un colapso paulatino de la educación, la justicia, los derechos humanos, y en general debilita las libertades civiles que, según nos dicen los líderes de la democracia, debemos sacrificar en aras de tener un poco de seguridad y casi nada de justicia.

Los movimientos democratizadores pro igualdad y justicia siempre han surgido de la sociedad civil y no del propio sistema. El cuestionamiento que hacen las y los jóvenes de #Yosoy132 es profundamente socio-crítico, cuestiona y confronta a las élites económicas y mediáticas, es decir a quienes controlan el modelo económico y político.

Y los procesos electorales les inquietan, hartan e incomodan, justamente porque han sido prohijados por ese sistema que es opresor, corrupto y desigual.

Nadie en su sano juicio puede asegurar que los candidatos han sido elegidos por la sociedad. Los partidos todos adolecen de las peores prácticas de influyentismo rapaz y manipulación de masas que no elige a las mejores personas, sino a las más aviesas y/o paternalistas con mayor influencia en ciertas élites políticas, intelectuales, mediáticas y económicas.

Eso deja a la sociedad civil con una tremenda sensación de que siempre irá por lo menos peor y no por la o el mejor.

Por eso una parte del movimiento #Yosoy132 cree fervientemente en sus consignas, pero no necesariamente en esta democracia electoral. Y tienen razón, las elecciones son todo menos democráticas; han demostrado dedicarse a gastar cifras colosales de dinero, a beneficiar a los más privilegiados y a afianzar un patriarcado paternalista que excluye o subsidia en lugar de impulsar.

Ningún partido y sus candidatos y candidatas en conjunto llevan consigo una agenda de justicia social real, congruente y factible. Ningún partido lo tiene, ni lo busca (aunque pretenda hacerlo) porque ésa no es su meta, y las reglas del juego inventado por ellos mismos no exigen congruencia ética o seguimiento.

Por eso la izquierda tiene un candidato conservador que de progresista no tiene nada; el PAN, a una con el corazón en lo social y los intereses en la ultraderecha; y el PRI, a un hijo del salinismo rapaz que nos trajo aquí.

Los movimientos sociales corren el riesgo de ser asimilados por las reglas del juego, de perder su carácter socio-crítico e insertarse en un modelo de “incidencia democrática” que resulta inútil y que, o se desgasta o se corrompe por ósmosis.

Sin embargo, la paradoja a la que nos enfrentamos consiste en que los movimientos sociales que ponen presión en tiempos electorales les recuerdan a las y los candidatos que la sociedad existe, que su opinión y demandas tienen peso específico.

El movimiento feminista ha logrado eso durante 40 años, cuestionando el discurso del poder, sus orígenes y principios, proponiendo nuevas vías desde la sociedad civil organizada. Las elecciones nos exigen actuar por aproximaciones sucesivas: hoy lo menos peor, en seis años algo mejor.

Yo, como mucha gente, dudo de esta democracia eminentemente electoral y creo que el paso siguiente debe ser, sin duda, aprender las lecciones y utilizar ese impulso para unirse a (o crear nuevas) organizaciones civiles que trabajen todos los días por las causas que les indignan.

Para focalizar esa indignación en transformación lo fundamental es no sumarse, para no sumirse, en el propio sistema caduco, sino ser capaces de convertirnos en contrapesos congruentes de él para producir pequeños y significativos cambios, cada día, todos los días de nuestra vida, antes y después de las elecciones.


General Gallardo

Mi inalienable derecho a la abstención

José Francisco Gallardo Rdgz. / Reflexiones de un general posdoctorado

generalgallardo@yahoo.com.mx

A quienes han legitimado el monstruoso y corrupto poder que nos gobierna

La objeción de conciencia es el rechazo al cumplimiento de determinadas normas jurídicas y diría también consuetudinarias, consideradas contrarias a la formación y creencias éticas: la moral, la virtud, el deber y el buen vivir. La ética es una de las ramas de la filosofía, en tanto requiere de la reflexión y de la argumentación, es el conjunto de valoraciones generales de los seres humanos que viven en sociedad.

La objeción de conciencia, por tanto, entra en juego cuando se da un choque, a veces dramático, entre la norma que impone un “hacer” y la regla ética o moral que se opone al hacer; sin embargo, el supuesto más destacado es la que atañe al servicio militar. En caso así, el objetor de conciencia, se decanta por el “no” a las leyes, al no cumplimiento de la ley no escrita, a la no imposición por la costumbre atendiendo a lo que considera un deber de conciencia.

Desde un concepto de ética, que considera que el individuo debe responder en primer lugar al tribunal de su propia razón, la objeción de conciencia se define como un derecho subjetivo a resistir los mandatos de la autoridad, cuando contradicen los propios principios ético-morales.

De alguna manera, entronca con otras figuras de desobediencia al derecho, especialmente con la desobediencia civil y, de manera aún más alta, con el derecho de resistencia a la opresión, al derecho sublime de la rebelión proclamado en la revolución francesa en 1789. “Es esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión” (Declaración Universal de Derechos Humanos, 1948). Qué más supremo, qué más sublime pueda ser este derecho, cuando nos oponemos en un acto consciente a la opresión que deviene de un poder deshonesto.

En este contexto me viene a la memoria la sentencia “nadie está obligado a realizar lo imposible” que hace par con otra, “el poder se torna impotente y absurdo cuando aspira a lo imposible”, una más, “el derecho pierde su esencia cuando no tiene como sustento a la justicia”, expresiones que auxilian en larga línea de tiempo a la defensa del inalienable derecho a la abstención políticamente consciente, para ser considerado como ciudadano que no encuentra ninguna opción viable, mínimamente satisfactoria para ceder mi voluntad a alguien que me pueda representar (el Contrato Social, Rousseau, 1762).

No sólo tengo el derecho a la abstención que proviene antes que cualquier otro derecho, porque es mi dignidad, porque soy un ser humano racional con plena capacidad de análisis y de pensar para llegar a esa certeza, sino que tengo además el inalienable derecho a disentir, a oponerme a todo el sistema inmoral que se arroga gobernarnos, ya que en todo él, no encuentro confianza en sus acciones que eviten aniquilarme como un ser social y en el que me encuentro junto con los que me rodean.

Por tanto, con mi abstención a emitir mi voto, tengo el inalienable derecho de no legitimar la totalidad de este sistema impúdico y a cada uno de sus componentes, porque estoy totalmente convencido que ningún postulante, ni el sistema que los valida obrará de manera distinta para terminar con el envilecimiento en que a través de propaganda, trata de socavar nuestro poder de razonar, con la creación de necesidades imposibles de cumplir, para la obtención de lo inmediato, han sumido a la nación en el oprobio y en la vileza.

Resulta tan infame todo el sistema, pasando naturalmente por la clase política, que termina anulando la dignidad humana, no la mía, y sometiendo a la nación a los intereses ajenos a la patria.

Diré, para que se entienda mi indignación, “la dignidad es al hombre, lo que la soberanía es a los pueblos”. Estando así las cosas, la clase política actual inhibe el desarrollo democrático de México, con su visión patrimonialista de la política se ha convertido en una amenaza a la seguridad nacional. Es iluso pues creer, que a base de una propaganda de adoctrinamiento, de domesticación social, a través de los medios manipulados por el poder, se tenga una opción para que alguien tome las riendas de la nación.

Y si busco las propuestas que dicen ser tales, sólo encuentro egos, cinismo desmedido, afrentas a la memoria, una actitud apátrida y traicionera, porque eso es lo que son los ahora paladines de la democracia; promesas que no hay manera de cumplir por falta de un análisis crítico estratégico de la realidad actual, sino complacencias, complicidad y frivolidad.

Insisten e insisten, sin embargo, he llegado a la firme convicción de no votar porque así manifiesto una forma de resistencia civil pacífica, para desfondar desde mi conciencia a este sistema inmoral, quitándole todo sustento de legitimidad. De otra forma, cayendo ante la labia de los paladines en sus charadas y fascinados todos nosotros estaremos construyendo nuestro propio cadalso y por tanto lapidando a México.

Con mi inalienable derecho a la abstención, “la dignidad es al hombre, lo que la soberanía es a los pueblos”. Constituyamos el 5º Poder.