Ver llover asesinadas

1. Este domingo no hay fábula. La Fantasía está de luto. Mataron a una joven de 19 años. Dispusieron de su cuerpo muerto como de cascajo. No, este domingo no hay fábula. La Fantasía se fue al Infierno.

2. Mara salió de fiesta con sus amigos y amigas. A las 5 de la mañana pidió un cabify, un taxi seguro.

El chofer la miró por el espejo retrovisor. Bonita. Pelo largo. Cara aún aniñada. Un encanto de mujer.

La desmayó.

La llevó a un motel. La violó. La mató. Se deshizo del cuerpo, como de cascajo.

Esto los primates habladores lo llamamos feminicidio. Mara fue asesinada por un solo pecado: ser mujer en una sociedad sexista.

3. Perelló se comunicó conmigo para pedirme su “derecho a réplica”. Él se había vuelto de golpe célebre por su diatriba en pro de la violación, que incluía una frase increíble. “Las mujeres que he violado me lo agradecen después”. Y yo había analizado su ideología fantástica —fruto de su pura imaginación— en un artículo que titulé Pensar con el pene.

Escribía yo que Perelló pensaba con la cabecita de su pene y desde ahí no alcanzaba a comprender las razones y los sufrimientos de una mujer violada —o con un miedo constante a ser violada—. Y lo dicho, Perelló me exigía su derecho a réplica.

Le contesté que él llevaba decenas de horas replicando en los medios y explayando su alegato por los derechos del violador, y en cambio esas mujeres violadas y supuestamente agradecidas (o las mujeres violadas y no agradecidas) no tenían micrófono.

“Pídeles que vengan a una entrevista, Perelló”, le respondí, “es a ellas a las que quiero entrevistar”.

Por ello, entablé contacto con varias alumnas de la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde Perelló era maestro, y les pedí que me ayudaran a buscar a las víctimas de la misoginia, de Perelló o de otros misóginos. Las encontramos, a las víctimas de la misoginia, a granel.

Resulta que en la Facultad de Ciencias la misoginia ES la cultura entre los géneros. Es común que los profesores acosen a las mujeres, alumnas y maestras, que son una minoría. Común que las toqueteen con las manos o simbólicamente, con las palabras. Común que les negocien calificaciones y puestos a cambio de acceso a sus cuerpos.

Y común que eso se considere lo “libre”, lo “de izquierda”, “el compañerismo entre pares”.
Un pacto que impidió que las víctimas denunciaran la misoginia institucional (o casi) en la UNAM. Me lo confesó así una maestra de matemáticas: “Mira Sabina, cuento estas barbaridades públicamente y se acaba mi carrera como científica”.

4. Zurita es un misógino más sofisticado. Me cuentan que lleva 20 años ensañándose contra las mujeres desde su micrófono en MVS, pero aparentemente no porque son mujeres. Sino porque varias le parecen “tontas”, “idiotas”, “flojas”, “imbéciles”. Pero sobre todo porque las mujeres no solemos contestar las agresiones. Tenemos un sobre-entrenamiento en aguantarlas con dignidad: otra forma de decir, de soportar la misoginia dócilmente.

Zurita escribió en Twitter hace poco: “Elena ;@Puñetowska ;es tan vieja que las palomas le tiran a ella migajas”. Desde su mirada, el Premio de Literatura Cervantes y autora de 20 libros muy leídos y estimados tiene dos pecados imperdonables: es mujer y tiene 80 y tantos años. ¿Alguien imagina un ataque al doctor Lorenzo Meyer porque se acerca a la octava década de su vida?

Y sin embargo, hace una semana algo cambió. Zurita se fue contra las madres que osan vestirse mostrando sus encantos corporales. Nada fuera de lo normal en su abanico de diatribas, me cuentan. Lo que cambió fue que esta vez sí le contestó alguien. La revista digital La que Arde reportó la diatriba y la calificó como lo que es: discurso de odio.

Esa es la gran novedad de nuestro tiempo, que las mujeres jóvenes contestan al discurso misógino y contestan fuerte, con instrumentos intelectuales en la mano.

Otra novedad. Que la mayoría de los hombres también están en contra de la misoginia.

5. ¿De veras?

Me retracto de los párrafos anteriores, aunque no completamente, solo un tercio. La verdad es que ni Perelló ni Zurita fueron sancionados legalmente. Perelló contó que el director de Radio UNAM lo despidió pidiéndole disculpas. “Ay amigo, qué escándalo se hizo, lo siento pero debes irte”. Y cuando Perelló advirtió que el rechazo social a su prédica pro violación era “un Infierno creado por los políticamente correctos”, muchos le dieron la razón.

Es como si no entendiéramos del todo la gravedad de la misoginia. Como si en el fondo del fondo de nuestra Cultura la consideráramos normal. Parte de la vida humana y del paisaje. Llovió ayer, qué mal: mataron a Mara antier, qué pena, caray.

¿Más pruebas de que los mexicanos no tomamos en serio la misoginia y sus crímenes?

En el 2012 elegimos a un Presidente que fue gobernador de la sede mundial de los feminicidios. Enrique Peña Nieto.

Tenemos un procurador general de Justicia —Raúl Cervantes— que hace una década intentó estrangular a su entonces esposa: la ficha de denuncia fue levantada por la mujer, y si ahora no se encuentra, el asunto es aún más grave.

6. El discurso de odio está definido. Es la incitación a la violencia contra una minoría. Y es un delito realmente castigado en países que por su historia saben que hay una conexión directa entre el hablar y el hacer. El amagar y el matar. Países como Alemania y Holanda.
Siendo México el país con mayor cantidad de feminicidios en el planeta, que nosotros no terminemos de ver esa conexión entre el discurso de odio y los asesinatos de mujeres, nos hace merecedores a una medalla a la idiotez.

Debemos despejar esa idiotez inconsciente. Debemos vetar el discurso de odio en serio. En serio: en los hechos. Debemos sancionarlo en serio: con penalizaciones. No puede seguir siendo lícito golpear verbalmente a una minoría, si es que deseamos un país donde tampoco sea lícito matar a alguien por su mera identidad.

7. Tu libertad termina donde empieza a limitar la libertad de otr@s.

8. Y nuestra incapacidad de convertir el lenguaje en acción es otra tara muy nuestra. ¿Protestamos muchos y a menudo contra los feminicidios? Mejor construyamos mecanismos de seguridad para cuidar a nuestras mujeres jóvenes.

¿Qué mecanismos?

Existe un servicio de taxis operado por mujeres y para mujeres. Laudrive. En cuanto a un sistema de seguridad para emergencias, propongo que los ciudadanos indaguemos y lo imaginemos juntos. Por desgracia, no podemos delegarles a los gobiernos la responsabilidad: hemos visto que no la asumen.

Digo que imaginemos un sistema de seguridad llevado por ciudadanos. Donemos dos horas cada semana a ese sistema que debemos inventar y operar hombres y mujeres juntos.

9. Mara participó en las protestas por el asesinato de otra joven, Lesvy, en los campos de la UNAM. Escribió en Twitter el 5 de mayo recién pasado:
#SiMeMatan es porque me gustaba salir de noche y tomar mucha cerveza…

Lo escribió con ironía. Su sociedad se lo cumplió con saña.

A Mara la matamos todos y todas. La mató una sociedad moralmente confundida, que todavía discute si el odio contra las mujeres en los medios de comunicación es permisible. Que observa la cuenta de los feminicidios crecer y crecer y crecer más, como parte del paisaje, sin hacer nada real y efectivo para detenerlos.

Ayer llovió a cántaros, qué mal: antier mataron a otra joven preciosa, una joya de nuestra especie, una estudiante de Ciencias Políticas, una vida que apenas se abría a la luz, y la mataron solo por ser mujer.

Fuente: El Universal