De Durango a Monterrey pasando por Saltillo

7 de Junio. Terrenos peligrosos

, por adesalambrar, Machaca

Al abandonar Durango, muchos de los caravaneros tomamos conciencia de que estábamos por recorrer algunos de los más peligrosos caminos de este país. Carreteras que, en estos últimos tiempos, se han vuelto rutas de sangre e impunidad, en las que ya no solamente todo puede pasar. Sino que simplemente, todo lo imaginable e inimaginable que podría pasar, ya ha sucedido.

Después de un camino coronado, como ya se nos ha hecho costumbre, por bellos e imponentes paisajes, los autobuses y los coches de la caravana arribaron a la ciudad de Saltillo. Donde nos esperaban, entre otros muchos, el Obispo Raúl Vera, quién ofreció una conferencia conjunta con algunos miembros de la caravana en la que, entre otras cosas, denunció la matanza de 13 jóvenes en una casa de rehabilitación en la ciudad de Torreón.

Después de un apurado acto en el colegio La Salle, los caravaneros le metimos el fierro para tratar así de arribar antes del anochecer a la ciudad de Monterrey. Cosa, que como ya es firma característica de la caravana, no sucedió y la consoladora movilización pacífica motorizada entró en la asquerosamente opulenta zona de San Pedro Garza García al tiempo en que las estrellas y las luces citadinas comenzaban a iluminar una noche, que en esos momentos no sabíamos, sería de las más largas del trayecto.

Al descender de los autobuses, el sopor y la humedad de la que para algunos es la ciudad más fea de los Estados Unidos, inundó los cuerpos de los caravaneros quienes fueron recibidos estruendosamente por una multitud que desde hacía horas se había congregado en la Explanada del Colegio Civil.

Con este mitin regiomontano muchos pudimos comprobar la hipótesis que en el camino íbamos perfilando en cuanto a la lógica de las movilizaciones. Estas cada vez son más nutridas, cada vez más sentidas y cada vez más convencidas de luchar por una paz justa y digna.
En el mitin, cargado de rabia e indignación, las escenas de llanto y coraje colectivo que presenciamos en Durango volvieron a mostrarse en una de las entidades más golpeadas por la impunidad del crimen organizado del gobierno y del narco. Uno a uno, valientes y desgarradores testimonios sobre los estragos que en todos los niveles de la sociedad ha causado la violencia que impera en la entidad fueron expuestos. Las atrocidades que cometen criminales en el ejército, la marina y la policía fueron la constante que enmarcó este mitin.

Julián Le Barón, que por mucho se ha convertido en el orador más elocuente de la caravana, preguntó a los presentes por los ausentes, por aquellas personas que en esos momentos no se encontraban llenando la regia plaza. Preguntó si es que acaso podría haber algo más importante que estar ahí en esos momentos y contundente se respondió a si mismo. Quienes no están aquí es porque no les importa la vida.
Rosario Ibarra de Piedra habló de la desaparición forzada y la lucha que por décadas ha librado por la presentación con vida de los desaparecidos y la justicia para las víctimas. Mientras que Javier Sicilia habló de que sin una reforma política, condenada al pasmo legislativo por ambas cámaras, las próximas elecciones quedaran marcadas en la ignominia.

Después del emotivo acto, y pasadas las 12 de la noche, comenzamos una marcha que recorrió las calles de la norteña sultana con rumbo a la procuraduría del Estado. En donde, mientras una comitiva dentro dialogaba con el procurador, un festivo y pacífico jolgorio se desarrollaba afuera de las instalaciones. Demostrando así que esta lucha que estamos librando, se lucha, eminentemente, con el amor y la alegría de los corazones combativos que con coraje y valentía recorren los norteños caminos de este país con la vista fija en Juárez.