Comunicado de compas de Tepoztlán ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación

El gobierno se aferra en defender la ampliación de la autopista La Pera-Cuautla, que no servirá para que los automóviles vayan más rápido, sino para acelerar la integración de Tepoztlán y el oriente de Morelos al proyecto capitalista de desarrollo metropolitano y ampliación de la Ciudad de México. Los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación argumentan que los comuneros que interpusimos el amparo no tenemos interés legítimo en defender nuestro territorio. Nos están negando nuestro legítimo derecho de libre autodeterminación, seamos doce o seamos mil. Avalando la ampliación La Pera-Cuautla están legitimando la desaparición forzada de Tepoztlán.

Tepoztlán somos pueblos indígenas. Tenemos memoria, tenemos dignidad. Tenemos todo el derecho y el legítimo interés de rechazar cualquier proyecto o programa que nos destruye como pueblo, aunque los magistrados de la ciudad determinen infundado nuestro amparo, argumentando que no tenemos interés legítimo en defender nuestro territorio y defendernos de la desaparición forzada de Tepoztlán como pueblo indígena. El dinero, el medio de destrucción más voraz de este sistema capitalista, está desapareciendo forzadamente a Tepoztlán cada día, cada vez más y de manera más burda, más cínica, más grosera.

El programa de Pueblos Mágicos impone un "aura" de atracción mercantil para el turismo nacional e internacional que facilita el despojo y la venta de la memoria y de la identidad cultural de los pueblos indígenas. El programa de Pueblos Mágicos es una estrategia de despojo y destrucción de los derechos y cultura de los pueblos indígenas a través del turismo y la industria de servicios, que destruye la integralidad del territorio. El programa de Pueblos Mágicos destruye brutalmente nuestro mundo, nuestro pueblo y nuestra cultura indígenas, y va deshabilitando nuestra capacidad de preocuparnos por las consecuencias de nuestras propias acciones.

Hace unos días, uno de los españoles que para las autoridades sí tiene interés legítimo sobre nuestro territorio, amparado por la cobertura de que Tepoztlán sea Pueblo Mágico, fue encontrado realizando actividades sin permisos de "ecoturismo" como le dicen, en este caso volando con parapente, aunque también hacen escalada, cañonismo, senderismo y otras actividades. Cuando se le fue a buscar, se le encontró haciendo sus necesidades en el bosque, en área natural protegida. Al ser cuestionado, respondió arrogantemente a un tepozteco: "Yo me puedo cagar en tu pueblo cuando yo quiera porque tengo el dinero para hacerlo, el dinero que tú no tienes ni siquiera para ir a España".

Otros españoles han decidido empezar a clavar fierros y equipo de escalada en la montaña. Al ser cuestionados por los permisos, las autoridades se lavan las manos y se echan la bolita los unos a los otros. Al final, resulta evidente que las decisiones las toma el turismo, es decir, el dinero, es decir, la arrogancia. Es decir, la inconsciencia.

El domingo pasado, un helicóptero turístico, saliendo desde el centro mismo de Tepoztlán, ofrecía paseos sobrevolando el valle tepozteco, imponiendo no sólo su ruido y su espectáculo, sino afectando las rutas migratorias de las aves y poniendo en riesgo al pueblo entero.

Vemos claramente quiénes se benefician con la ampliación de la autopista: quienes, aun dentro de su propio país o de su propio pueblo, se comportan con la arrogancia de quienes vienen a cagarse en nuestro pueblo porque tienen el dinero para hacerlo.
Parecieran tiempos de la Colonia española, pero en realidad los proyectos de infraestructura e inversión extranjera que el gobierno mexicano avala e impone son un despojo más grande que el de la Conquista y la Colonia, porque ahora implican la desaparición de nuestros pueblos, la desaparición de nuestros lazos con la tierra, con nuestro territorio, con todos los seres con que somos pueblos.

Bien nos lo explicó el representante de la Semarnat cuando fue a Tepoztlán a un conversatorio en el 80 aniversario del decreto presidencial de Parque Nacional El Tepozteco: lo que pasa es que las leyes y ordenamientos ecológicos terminan poniendo todo en una balanza entre beneficio económico y equilibrio ecológico, y –así dijo el de la Semarnat– siempre va a ganar el beneficio económico. Mientras tanto, el de la SCT nos dijo: "hagan de cuenta que es mi casa". Pues hagan de cuenta que de pronto personas ajenas deciden que nuestra casa, nuestro territorio, es suyo, y que la balanza se inclina a que vale más la pena ganar dinero que mantener el equilibrio ecológico, y entonces amplían la autopista y llegan helicópteros y se cagan en nuestra casa porque tienen el dinero y la impunidad para hacerlo, y deciden cerrar las entradas y salidas de nuestra casa con casetas, y entonces ahora vamos a tener que pagar para poder entrar o para salir de nuestra casa.

El progreso y el pensamiento del dinero prometen mundos sin fronteras, pero lo que hacen es destruir mundos y poner muros. Esta ampliación de la autopista es un gran muro de asfalto bajo el que yace sepultada nuestra madre tierra. El mismo tipo de pensamiento que plantea un muro entre México y Estados Unidos es el que propone ampliar la autopista aquí en nuestro territorio. La autopista es un muro que abre y facilita el paso sólo al tránsito de mercancías –sí, las personas también son mercancías para el dinero–, cerrando caminos abiertos por el pueblo y poniendo casetas en todas las salidas. Un muro que sólo se abre con dinero, para que pase el dinero.

La ampliación de la autopista es como un muro por el que sólo pasan automóviles. Pero nosotros no estamos de paso, nosotros vivimos y existimos en ese territorio. Somos de ese territorio. Somos de Tepoztlán. Sabemos mejor qué hacer con nuestro territorio que quienes no tienen la sensibilidad suficiente para detener el mundo entero cuando un mundo desaparece, cuando un pueblo desaparece, cuando una o cuarenta y tres personas desaparecen.

Están removiendo las entrañas de Tepoztlán para hacer la ampliación de la autopista con nuestra agua, con nuestra tierra, con nuestras piedras; la carne y la sangre de nuestro territorio tepozteco es el material con el que los de arriba, los de poder y dinero, están haciendo más grande ese muro de cemento y asfalto bajo el que sepultan a nuestra madre tierra, y con el que nos han dividido entre nosotros. La ampliación de la autopista es para nosotros la construcción del muro con el que nos imponen un final sobre el que nosotros no podemos decidir ni hacer nada al respecto.
En Morelos, los diputados le otorgaron al gobernador permiso para subastar la reserva territorial del estado, para subastar las tierras, montes y aguas de los pueblos de Morelos y detonar el desarrollo inmobiliario e industrial, lo que se conoce como Proyecto Integral Morelos (PIM). El gobernador de Morelos ha impulsado este Proyecto pasando por encima de decretos presidenciales y convenios internacionales. Nunca se ha informado ni consultado a los pueblos de Morelos sobre sus verdaderos objetivos y consecuencias: integrar Morelos al plan de progreso y desarrollo de la zona metropolitana de la Ciudad de México. Los pueblos de Morelos no cabemos en el Proyecto Integral Morelos. Estorbamos. Necesitan desaparecernos.

Es lo que vemos, que no cabemos en los planes de los poderosos. En sus planes no cabe México. Les estorba que exista nuestro país, les estorba que existan nuestros pueblos, les estorba que haya personas dignas que resisten, que no se rinden ni se venden ni claudican. Está en curso una estrategia violenta de despojo, una guerra contra la base comunal de nuestra autonomía y libre determinación, una guerra contra la vida y la dignidad de los pueblos originarios de nuestro país.

Allá arriba se dan permisos a sí mismos para disponer de todo –el territorio, la vida, las mujeres, los niños, el agua, la educación, el futuro– para su propio beneficio, el beneficio económico por encima incluso del equilibrio ecológico de la vida, en todo el país, sin consultar a nadie, poniendo en riesgo las vidas y la supervivencia de todos y todas las mexicanas y subastando al mejor postor la memoria y continuidad histórica de la nación. Ese es el interés legítimo que avala la Suprema Corte de Justicia de la Nación: la injusticia y el despojo.

Les recordamos a los magistrados que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en los pueblos de México, y que todo poder político público, incluyendo el judicial, dimana de los pueblos y se instituye para el beneficio de los pueblos, no para su propio beneficio del poder que unos cuantos ejercen, mucho menos cuando se pone el beneficio económico por encima del equilibrio ecológico.
Ante su determinación legal, le preguntamos a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: ¿Qué vías están dejando para alterar o modificar lo que afecta nuestros derechos, lo que afecta nuestra salud y nuestras vidas, lo que afecta nuestra posibilidad de existir como pueblos, como humanidad? ¿Qué vías están dejando para la justicia, para la democracia, para la libertad, para la vida? ¿Ustedes pueden declarar infundado el derecho y el interés legítimo de un pueblo para defender su territorio, para defenderse de su desaparición? ¿Ustedes pueden decidir por encima de decretos presidenciales y de convenios internacionales? ¿Por qué no se ha informado o consultado a los pueblos de Morelos sobre el Proyecto Integral Morelos, del que la ampliación de la autopista La Pera-Cuautla forma parte, y que implica y significa la desaparición de los pueblos de Morelos, la desaparición de Tepoztlán como pueblo indígena?

Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: han avalado la injusticia y el despojo, la destrucción ambiental de nuestro territorio y nuestras Áreas Naturales Protegidas. A pesar de su determinación legal, los comuneros y comuneras tenemos todo el derecho e interés legítimo para ampararnos y defendernos de todas las formas posibles en contra de la construcción ilegítima e ilegal de infraestructura que destruye nuestro territorio.

Estamos con Arantepacua, Ostula, Xochicuautla, Tila, Atenco, Amilcingo, Huexca, los pueblos de Ayala que defienden el agua del río Cuautla, las madres, padres y familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de la normal rural de Ayotzinapa y de todos los desaparecidos del país, las mujeres, los hombres y todos los pueblos en resistencia y rebeldía que con sus pasos de dignidad y autonomía hacen retemblar en sus centros la tierra.

¡Zapata vive! ¡La lucha sigue!
¡Tepoztlán no se vende: se ama y se defiende!