5 de septiembre: miles marchan contra la violencia en la UNAM

Luego de la agresión de los porros el lunes pasado, estudiantes de diferentes instituciones marchan en Ciudad Universitaria mostrando fuerza, dignidad, solidaridad y organización.

El metro, la línea tres, no tenía la misma dinámica. Las aglomeraciones comunes, por la mañana, bueno, a casi toda hora, se habían esfumado como por arte de magia. Afuera de la estación Copilco no era distinto. Seguían ahí las tortas, los tacos, las papas fritas, los tamales, el atole, la guajolota, los desayunos vegetarianos o veganos, los periódicos, las impresoras y computadoras con internet, la venta de libros cuya edición es difícil de conseguir; los puestos con venta de batas blancas, las cuales sólo el viento se probaba cada talla; pero faltaba algo.

Ciudad Universitaria, un cascarón sin vida. Bien podría ser la escenografía adecuada para una película del Santo: Santo contra los porros.

—Qué triste y sólo está allá afuera, ¿no? A medio camino me arrepentí de venir caminando del metro para acá— me comentaron.

En Filosofía y Letras, detrás de la puerta cerrada que da a Las Islas, estudiantes sosteniendo el paro acordado el 3 de septiembre, después de la agresión porril. Frente a ellos dos vehículos de Vigilancia UNAM, los marcados con el 89 y 23, sus ocupantes dormidos. Más adelante, rumbo a Rectoría, debajo de una carpa, otro elemento de ese “cuerpo de seguridad”, esta vez una mujer, sentada plácidamente. Sus piernas descansaban encima de una mesa, esperando y lista —como sus compañeros—, claro, cualquier contingencia. Más allá, la Facultad de Arquitectura. De una de sus azoteas colgaba una manta:

Arquitectura. Autogobierno. Llegará el día en que nuestras pancartas se conviertan en fusiles, nuestros volantes en bombas, nuestros restiradores en barricadas, nuestra universidad en la casa del pueblo. Sólo una cosa pido: ¡qué ese día no tarde en llegar!

Así continuó toda la mañana.

13:10 horas: las aglomeraciones en el metro, la venta en los comercios, los colores, las voces, los pasos, el bullicio, las banderas, las consignas, la marcha, el Movimiento: las y los estudiantes. Sí, llegó lo que faltaba: la vida a los edificios y salones de clase y no al revés como piensan muchos. La Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, punto de encuentro para la movilización contra la violencia en la UNAM, se llenó de estudiantes de diferentes centros educativos de esa institución, así como de la UPN, IPN, UAM, padres y madres de familia y trabajadoras y trabajadores. Todas y todos formaron un contingente de miles de personas —que no conté de uno en uno, pero si estoy seguro que eran un chingo— que recorrieron el circuito universitario con dirección a Rectoría.

En tanto, parte de la explanada de la Biblioteca Central y del edificio rector se llenaban de curiosos, reporteros, contingentes del Politécnico, visores de derechos humanos, Comisión Nacional de Derechos Humanos, asociaciones civiles dedicadas al respeto de los derechos humanos, ah —sí, ahora sí— vigilancia universitaria, despiertos y con chalequitos azules, bonitos, nuevos. ¿Si serán nuevos o será que no los usan desde hace tiempo?

Al rededor de las 3 de la tarde la vanguardia de la marcha entró a la parte central de Las Islas. La retaguardia, afirmaban algunas personas, venía muchos metros, demasiados, atrás. Encabezaba CCH Azcapotzalco. En el aire rondaba un helicóptero y varios drones.

Entre aplausos, Goyas y Huelums la vanguardia llegó hasta la puerta de Rectoría. El resto tomó las inmediaciones para concentrarse en la parte central del campus. Las letras hechas con metal: #HechoenCU, colocadas en esa zona fueron remozadas con grabados hechos por las y los estudiantes de la Facultad de Arte y Diseño: “Juventud Unida, ¡No confrontada!”. De los muros de piedra, frente a la Biblioteca Central, donde la serpiente emplumada hace presencia, una enorme manta blanca apareció: “Fuera porros de la UNAM”, exigía.

Minutos más tarde y a pesar de las fallas técnicas, a través de un megáfono se escucharon las participaciones de una madre de familia del CCH Azcapotzalco, del CCH Azcapotzalco, de América del Valle, del Instituto Politécnico Nacional, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, del Comité 68 y un poema de Joana Medellín que denunció la violencia y las agresiones que se hacen a las mujeres. Cabe mencionar que estas voces no se alcanzaron a escuchar hasta la parte trasera del la concentración estudiantil. Muchas, muchos se preguntaron si no habrían oradores o micrófono o algo. No se dieron cuenta que allá, sobre una especie de balcón, en Rectoría, eso había ya pasado.

Eran casi las 4 de la tarde y junto a la amenaza de lluvia, el mitin comenzó a disolverse. Las y los estudiantes, de manera particular, acordaban el lugar, el día y la hora de la próxima reunión para llegar a la cita del próximo viernes.

Ciudad Monstruo, en algún momento de la tarde del 6 de septiembre del 2018