La caravana del sur en Oax. ii de ii

Lxs hijxs de la Comuna…

, por adesalambrar, Machaca

Por la tarde fuimos invitados a una isla pirata que, como otras más en el mar que es Oaxaca, sirve de refugio para todxs aquellxs que en su actuar generan iniciativas, tácticas, conocimientos y etcéteras que no están regidas, controladas, determinadas o motivadas por las sucias manos del mercado ni por el maldito aparato estatal. Obviamente ya no estábamos con la sección 22 del magisterio, sino en una librería llamada Mompracem, a unas cuantas cuadras del zócalo de la que alguna vez fue la comuna de Oaxaca.

Y quienes nos recibieron son sus hijxs, hijxs de la Oaxaca rebelde y libertaria que en 2006 vivió su corto verano de la anarquía. El cual entre otras cosas les permitió, por estas mismas fechas hace ya media década, celebrar el verdadero grito de su independencia. Y con ellxs también compartimos… y departimos. Nos escuchamos, pero sobre todo lxs escuchamos, escuchamos la voz de un pueblo que ha conocido lo peor de la tiranía y el autoritarismo del PRI, pero no sólo eso, sino que ha luchado, ha combatido y ha derrotado a ese régimen, tanto en las urnas como en las calles. Y de esas victorias y desgraciadamente de las derrotas que les siguieron tenemos mucho que aprender de los oaxaqueños. Por ejemplo; que de nada sirve tumbar al tirano, si el aparato continúa igual, y en
Oaxaca, así sucede. También que PRI, PRD, PAN y todos los demás partidos electorales son la misma gata pero revolcada y revolcándose una y otra vez en su asquerosa inmundicia. Pero también de ellos aprendemos que la lucha, para que sea verdaderamente revolucionaria tiene que ser el instrumento más poderoso de la imaginación y los sueños. No del cálculo y la razón.

Todo esto mientras atravesamos la infinita línea recta que algunos llaman itsmo, pero que se escribe istmo en los carteles que asoman a lo largo de la carretera. La delirante sensación que ocasiona ver decenas y tal vez centenas de gigantescos ventiladores iluminados por todos los colores que sólo el amanecer puede brindar emociona a todos los pasajeros del chebus. Todos a mi alrededor registran el momento en sus cámaras, videograbadoras y demás aparatos electrónicos, y esta laptop es lo único que tengo a la mano. El verde que en todos y cada uno de sus matices se combina con el azul por un lado. Y el rojo que emerge para hacer nacer el morado, por otro. Morado que atravesado por los ases de luz que logran surcar su paso entre las nubes dan pie al rosa que suavemente se difumina a través del tiempo para completar un cuadro de nubes, neblina y algodón de azúcar. El sonido del viento entrando por la ventana y el reggae provocan una sensación difícil de explicar pero fácil de imaginar.

Y mientras acabo esta nota cruzamos un puesto de control militar, unos jóvenes y deslocalizados sardos nos miran con asombro mientras nos dan el paso,
 nos ve con ojos de: cómo quisiera chingarmelos pero… pasen,
dice alguien en el chebus, mientras seguimos avanzando.
Bienvenidos a Chiapas.