El malestar social no es llanamente un reclamo por el derroche monetario que acarreó la organización del mundial de fútbol. Es más complejo, profundo e indeterminado el fondo de la agitación. Involucra la omisión de demandas sociales largamente desoídas; el abuso metódico a gran escala; la violencia efectuada contra los grupos favelados o más vulnerables; la obscena manipulación de la información; el alza astronómico del costo de vida, etc. Brasil es un compendio de contrastes inexcusables: los sectores medios-altos viven más o menos cómodamente (aunque en entornos de extraordinaria inseguridad); los pobres no ven lo duro sino lo tupido. Y aún cuando las manifestaciones no están conducidas por sujetos favelados (curiosamente destaca más la presencia indígena), el hecho es que el reclamo ciudadano general tiene un alto contenido popular. La protesta es un gesto de fastidio socialmente transversal.
Esta vez hablamos de los 75 años de la constitución alemana y como el Estado se paso los primeros artículos por el arco del triunfo limitando la libertad de expresión y pasando sobre la dignidad de los seres humanos (eso fue en la pandemia).