Un recuerdo del 6 de febrero de 2000
El día 5 de febrero de 2000 se celebró la audiencia de término constitucional de los 251 detenidos en prepa 3, terminó como a las dos de la mañana del 6, después de la audiencia me trasladé a la plenaria del CGH en el auditorio Che Guevara, para informar el resultado, desde que entré al auditorio se percibía un ambiente de pesadumbre, era un secreto a voces, la represión es inminente, la PFP está acuartelada, está confirmado.
Cuando me tocó el turno de informar, aún cuando había buenas noticias, en lo que cabe teniendo 251 presos, el juez estaba desestimando las acusaciones de terrorismo y delincuencia organizada, aunque ya alcanzaban la libertad bajo fianza, al dejarles la “calificativa” de “peligrosidad social “ seguirán en la cárcel, las noticias pasaron desapercibidas, a las 10 de la mañana de ese día 6 estábamos citados en el juzgado, para conocer quiénes tenían “auto de libertad” y quiénes “auto de formal prisión”, motivo por el cual informé que me retiraba, serían las 5 de la mañana, estaba exhausto, para no quedarme dormido en el camino a mi casa, le pedí a mi hija mayor que me acompañara, por supuesto vino la inconformidad, me argumentó que todos los que estaban en el Che sabían que serían detenidos y a sabiendas se habían quedado, que ella seguiría la suerte de los demás, de verdad que yo necesitaba esa ayuda y a nadie más le podía yo pedir algo así, no sin recibir la acusación de “chantaje” y con el compromiso de hacer un rondín en CU, para demostrar que nada iba a pasar. Serían las 5 y cuarto, dimos toda la vuelta a CU, hasta Delfín Madrigal, no había señales de la incursión, nos fuimos a la casa, cuando abríamos la puerta, suena el celular: Está entrando la PFP, ¿que hacemos?
Habían roto la gran huelga del CGH, empezaron en el Che y de ahí, en una operación envolvente, toda la universidad, el saldo 747 detenidos, y una lista de más de 500 nombres, publicada en la prensa nacional, con orden de aprensión, uno de los nombres era Juan de Dios “N”.
En AUA (Asamblea Universitaria Académica) teníamos un plan de contingencia, en caso de que ocurriera la represión nos reuniríamos en el Parque de la bombilla, ahí nos empezamos a concentrar para tratar de organizarnos, después de un rato, veo llegar al Dr. Octavio Loizaga, literalmente corriendo y diciéndome: huye vienen por ti, salí corriendo de ahí, el golpe de mano no había terminado la represión estaba en curso.
Después de haber puesto a mis hijas en lugar seguro, cuando traté de hacer lo mismo para mi, me percaté que afuera de mi casa me estaban poniendo “la campana” los judiciales, al principio no supe que hacer, pero después de pensarlo varias horas, decidí no arriesgarme a una orden de cateo y decidí fugarme.
Abrí las persianas y la ventana, encendí la tele y subí el volumen, prendí las luces, con la idea que pensaran que estaba adentro, por último me asomé por la ventana, luego me puse pecho a tierra y avancé para la zotehuela, de ahí me subí a la azotea de mi casa y me brinqué a la de junto, de un amigo de la infancia, donde vive su mamá, que era muy grande de edad (y como persona), con mucho sigilo logré informarle lo que me estaba pasando y ella accedió a ayudarme, me bajé de su azotea y ella accedió a esconderme en la cajuela de su coche y así salí huyendo, pero para esto a unas calles de ahí ya me esperaba el profesor Rodolfo Pastrana en su camioneta.
Luego vino el proceso de los presos del 6 de febrero.