Wuhan: estado de urgencia epidémico - 4

Bitácora del cerco, nuestra vida durante la neumonía (30 de enero), provincia de Henan [provincia fronteriza de Hubei]

Por Hanzi (Douban, 31 enero, 1:26)

30 de enero, el tiempo es magnífico. Hace cinco días que no hemos salido.

Me levanto muy temprano este año, y lo primero que hago, cuando aún estoy bajo las sábanas, es mirar las cifras: 1032 nuevos casos en Hubei, 356 en Wuhan, 172 en Huanggang. En sentido contrario al número de nuevos casos que desciende en Wuhan, el de las ciudades más pequeñas está creciendo. Sé bien que esas cifras no son exactas, dado que van tres días que mi distrito en Huangmei no reportó nuevos casos, lo que resulta imposible. Más tarde comprendí que mi distrito no tenía capacidades suficientes para detectar correctamente a los enfermos. Que no había otra elección que enviar los pacientes a dependencias más competentes para un diagnóstico definitivo. Pero si los establecimientos de Wuhan y Huanggang ya están muy atareados con sus propios enfermos ¿cómo podrían tener el tiempo de encargarse de los enfermos de los hospitales más pequeños? Aunque el distrito de Huangmei no tiene personal y materiales suficientes, finalmente comisionó seis médicos para reforzar a la municipalidad. En Huangmei, los 100 nuevos cuartos de aislamiento se llenaron en un día, por casos sospechosos que sólo esperan la confirmación.

Parece que mi madre se resignó frente al bloqueo de la ciudad; ahora nuestra vida se organiza de un modo un tanto diferente. Ella comienza a preparar la comida a las 8 de la mañana y termina cuando me levanto a las nueve. Hoy hizo res con verduras. Después de comer jugamos a las cartas hasta mediodía, luego prepara todo para la cena. Descansamos un poco después de comer y luego continuamos con nuestra partida de cartas. A las cuatro de la tarde ya no hay sol en el patio, es la hora de preparar la cena. Al medio día envié un mensaje en las redes: “¡Hicimos de cuenta como si fuera un súper día!” ¡Después de todo, si no hubiera esta epidemia, pasar días enteros jugando cartas en familia, bebiendo thé mientras parloteamos, se parecería mucho a un súper día!

Excepto que no lo fue, para nada. Mi colega en Hangzhou me envió una foto de un cartel en su pueblo que prohíbe alquilar apartamentos a personas provenientes de Hubei. Las tiendas de los nacidos en Hubei fueron selladas y puestas bajo prohibición de entrar en ellas. Todo ello me hace tomar conciencia de que, incluso si hace 19 años que vivo en esa ciudad, que pago los impuestos y la seguridad social en ella, que respeto las leyes, que digo a todos mis amigos que es una bella ciudad, de hecho, me siento siempre como una extranjera. Pero ese sentimiento no tiene nada que ver con mi malestar cuando veo esta pancarta “Cuidado, wuhaneses viven aquí” en un pueblo de Henan. No sé cuántas personas se sentirán heridos por esas fotos tan llenas de hostilidad.

Mi empresa envió un formulario a cada empleado que debemos llenar informado de todas las ciudades en las que hemos hemos estado recientemente, así como el momento en que hemos encontrado a nuestra familia y el de nuestro regreso a casa. Wuhan es la dirección que figura en mi tarjeta de identidad, una información suficiente para enloquecer a todos en el barrio por un buen rato, aún cuando hacía seis meses que no ponía un pie en Wuhan.

En la tarde, una asociación de consumidores anunció que una dotación de cubrebocas proveniente de la provincia de Guizhou estaba disponible. En efecto, la primera respuesta oficial había sido de reservar los cubrebocas para la administración, y que los particulares debían dar prioridad a las compras del gobierno, de modo que todos los cubrebocas que podíamos obtener en la ciudad eran importados. Eso me recuerda que mi amigo He trató la cuestión de los cubrebocas ayer, ya que tenía necesidad de ellos para ayudar a un hotel requisado por el gobierno para alojar los grupos de personas provenientes de Hubei. (Ajá!, me dije ¿por qué el gobierno se ocupa más de las requisas que de las distribuciones?) Compartí la información en mi grupo de chat y entonces me enteré que el precio habitual de una docena de yuanes por una caja de 50 cubrebocas pasó a dos yuanes por uno solo. Aunque algunas personas hayan aprovechado para inflar los precios, estamos obligados a comprarlos. Las empresas piden millones aunque sean tan caros ¿Además, qué son dos yuanes en relación a una vida? [Nota: se volvió obligatorio el uso de cubrebocas].

Esta tarde, fui a traer huevos en el patio, nueve en total. Maomao me dijo que en su casa habían comido todos, le pregunté si quería venir a tomar algunos. Haiyan pensó que podría haberse infectado, nos preguntó por la lista de síntomas en nuestro grupo de chat, le dije que era cuando se tiene fiebre, cuando se tose y se tienen dolores musculares, pero él sólo tenía dolor de cabeza. De hecho, una vez yo también me sentí fatigada y me pregunté si no habría sido infectada. Retracé cuidadosamente lo que me acordaba de los últimos días: fui a Hangzhou en coche el 21, después no había visto a nadie que viniera de Wuhan. Habíamos cerrado las puertas del patio el 25 y no había tenido contacto con nadie del exterior ¡Así, si había ganado el premio mayor, debí haber jugado a la lotería!

Es imposible quedarse tranquila conociendo los pobres recursos médicos que se tienen en nuestro distrito, y ello sin tomar en cuenta que nuestros hospitales ya están repletos. Por lo demás, uno se puede infectar sólo por ir ahí a una consulta y salir ya enfermo siendo que se entró sin infección. Da miedo de solo pensarlo.

Estos últimos días no he dejado de reflexionar sobre la vida y la muerte. Somos muy frágiles frente a tal cataclismo. Y frente a las medidas impuestas por el gobierno, que por ejemplo bloquea las carreteras, e incluso si uno se cree capaz de todo, se encuentra sin poder hacer nada.

Mañana, no sé a cuántos se elevará el número de enfermos en Huanggang.

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