Wuhan: estado de urgencia epidémico - 5
Diario del cerco, nuestra vida durante la neumonía (2 de febrero)
Por Hanzi (Douban, 02/02, 16:48 horas)
Noveno día, Huanggang es ahora la segunda región más infectada, el virus ha rebasado el millar de personas, alcanzando 1002 en total. Aquí en Huangmei, se anunciaron 73 nuevos casos de infección para un total de 88. Comparado al conjunto de la población de Huanggang, seguramente esa cifra no es considerada muy alta, pero imagino que mañana ya habrá aumentado.
Mi diario de ayer no pasó la barrera de la censura, dicen que “no corresponde a las reglas de publicación de la comunidad”, pero no tengo intención alguna de modificarlo.
En 2003, estaba en el segundo año de licenciatura cuando el SARS estalló, la facultad fue cerrada, pero no recuerdo que las cosas fueran tan difíciles, quizá porque la universidad había tomado buenas medidas de protección. De entre mis recuerdos es el olor a vinagre el que más regresa. Pero para esta catástrofe que cae sobre nosotros en 2020, yo no estaba preparada y no supe qué hacer. No sabría qué hacer en el futuro.
Ayer por la tarde, Maomao dijo que quería preparar panes rellenos, quería saber si teníamos levadura en casa. Le pregunté a mi madre que me dijo que ya no teníamos, y propuso de forma entusiasta ir a comprarla a la ciudad. A menos de un kilómetro. Me di cuenta que lo único que quería era salir un poco.
Para animar a mi madre a cocinar más verduras, ya que estos días comemos sobre todo carne y pescado, le conté lo que se decía del virus y de lo que me había enterado acerca de los últimos casos en Huangmei. Le expliqué que para esta enfermedad todavía no hay un remedio y que lo importante es tener una buena inmunidad. “Para combatir este virus - le dije - es necesario aumentar las capacidades de resistencia inmunitaria”.
– “Entonces, debemos comer huevos y carne”, me respondió. Ouch…
Hoy, mi tía salió y pasó a la casa, mi madre a fuerza quería salir con ella, pero se lo impedí. Entonces le encargó que trajera azúcar, pero dos horas más tarde mi tía regresó con las manos vacías. Finalmente, todas las tiendas estaban cerradas por orden de las autoridades locales.
En uno de los grupos en línea de amigos de la facultad, circuló un video que mostraba la detención de varios habitantes del pueblo de Zhulinwo que fueron sorprendidos jugando al mahjong. Las personas siguen jugando a pesar de las prohibiciones reiteradas. Según mi primo, “es difícil controlar el virus si las personas se empeñan en salir y jugar al mahjong”. Así pasa en el campo, las personas no tienen miedo de nada. Pero los que viven en las ciudades, como Haiyan por ejemplo, tienden a respetar de manera escrupulosa los consejos de los especialistas, se lavan las manos a diario, desinfectan sus casas, no salen, se toman la temperatura. A veces se diría que vivimos en dos mundos completamente diferentes.
Ayer discutía con un amigo; decía que las personas reaccionan de forma muy desproporcionada, y que esta enfermedad es simplemente como una gripe clásica, y que las cifras de muertos son incluso inferiores a las de los muertos por gripe estacional. Pero esas explicaciones son completamente inútiles ahora que el pánico difundido por los canales oficiales ha alcanzado todo el país.
A pesar del pánico en las ciudades, las personas del campo, las que están lejos de los centros urbanos, todavía tienen oportunidad de poder dar una vuelta y tomar el aire. Estos últimos días la situación en Huanggang atrajo un poco más de atención, cuando algunos amigos empezaron a preguntarme cómo iban las cosas por acá, si necesitábamos algo. Les agradecí, pues aquí en verdad estamos relativamente bien, cerramos la puerta del patio desde el 25 de enero, pero tenemos un poco de espacio delante y detrás de la casa, y en el jardín tenemos un pequeño estanque en el que hay peces, y además gallinas y patos que nos dan al menos ocho huevos diarios. También tenemos algunas verduras de la huerta.
La única cosa que ahora realmente nos hace falta son los tapabocas. No nos atrevemos a ir a la ciudad, e incluso allá no quedan en reserva, y las entregas tampoco son posibles. Somos como una isla aislada del mundo, pero bueno, por suerte en nuestra isla podemos enviar mensajes y aún nos queda con qué aguantar.
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