Las mujeres de Ayotzinapa: Margarita Zacarías

Por Tryno Maldonado

Mi hijo es Miguel Ángel Mendoza Zacarías. Somos de aquí cerca, de Tixtla, Guerrero. En total son tres hijos los que tenemos. Miguel es el mayor. Tenía 33 años cuando lo desaparecieron. Ya había entrado alguna vez a la normal de Ayotzinapa, cuando tenía 18 años. Estuvo en su semana de prueba pero no la aguantó. En 2014 vino a hacer su examen otra vez.

En ese tiempo anduvo trabajando de chalán. De ahí, como su papá estaba en Estados Unidos trabajando de jardinero, se fue para allá. Estuvo unos tres años trabajando en San Diego, California. Trabajaba en un vivero con su papá. Allá le dicen nursería. Después, de cocinero en un restaurante. Su papá estuvo más de 20 años trabajando allá, pero Miguel Ángel se vino antes.

Su papá se iba y venía. Los vio nacer a los tres, pero su vida la pasó allá. Él ya no los vio crecer. Yo viví con mis tres hijos. Miguel se vino del norte y anduvo trabajando en la casa. Otro tiempo, en Taxco. Allí tuvo un accidente, se fracturó un pie. Andaba abriendo carreteras con una máquina, se cayó y se fracturó un pie. Por un tiempo no pudo trabajar.

Cuando Miguel estuvo en Bachilleres, en el curato parroquial del pueblo había cursos. Él se metió en el curso de peluquería. Aprendió a trasquilar. Como ya no podía trabajar en cosas pesadas por el pie, agarró el trabajo de peluquero. Desde entonces hasta la fecha en que entró aquí a la normal, él fue peluquero. Él es peluquero.

Antes de eso, a los 31 años, todavía él me decía que quería estudiar medicina.

Y Miguel entró a la universidad a estudiar medicina, yo no sé cómo le vino la idea. Pero desapareció aquella universidad y ya no pudo estudiar medicina. Un año antes de que entrara a Ayotzinapa, en el temporal de las lluvias aquí en Tixtla se inundó. Todo se inundó. Él se vino a Tixtla a ayudar. Anduvo ayudando a sacar las pocas pertenencias que la gente tenía en sus casas. Salía a juntar víveres para repartir a los que perdieron todo. De ese tiempo fue que sacó ficha para la normal. Vino a hacer su examen y bendito Dios que lo pasó.

En ese poquito tiempo que estuvo aquí en la normal, durante su semana de prueba pedía permiso para ir a la casa. Regresaba porque necesitaba dinero. Iba a trasquilar, iba a trabajar. Trabajaba por su cuenta entre sábado y domingo. En la casa tenía su localito. Mis otros dos hijos también son peluqueros. El lunes muy temprano en la mañana o el domingo en la noche se regresaba a la escuela, y ya traía algo de dinero.

La última vez que Miguel fue a la casa, fue el 20 de septiembre. Pidió permiso y fue a trabajar sábado y domingo. Me dijo que la siguiente semana iban a empezar sus clases. Necesitaba juntar dinero para comprar sus útiles escolares y lo que iba a ocupar aquí en la escuela. Cobraba 20 pesos por corte de pelo. No juntó todo el dinero que necesitaba, pero estaba contento. No lo vimos mucho porque todo el día estuvo trabajando. Ya venía pelón de la escuela. El lunes en la madrugada se vino y nosotros ya no lo volvimos a ver. Ya ni siquiera comió de tanto que estuvo trabajando. No quiso ni comer. Me decía que tenía harta gente esperando. Y en los ratos que tenía libres se sentaba a estudiar en la computadora los temas de la escuela.

El único deporte que a Miguel le llamaba la atención era el basquetbol. Pero no podía jugar en equipos porque tenía problemas con su pie. Cuando estuvo en Bachilleres le empezó a gustar la danza. Y cuando entró aquí a la normal me dijo: “Mamá, me metí en el club de danza”. Estuvo ensayando para el pendón de San Francisco de Asís del día primero de octubre. Dijo que iba a llevar a sus amigos de la escuela para que los conociéramos. No tuvimos nunca la dicha de ver bailar a mi hijo.

Nosotros no teníamos comunicación por teléfono con mi hijo. Les hablaba a sus hermanos. Por medio de ellos me decía. No volvimos a saber de él. No pudo cumplir su sueño. Lo que pasó con él… ya todo lo demás, ya sabe… Vamos a seguirlo buscando hasta que lo encontremos. No vamos a dejar esto. Hasta que lleguemos a la verdad.

Fuente: https://suracapulco.mx/las-mujeres-de-ayotzinapa-23-margarita-zacarias/