Desembarco zapatista en Vigo: La invasión ha comenzado

Desembarco zapatista en Vigo: La invasión ha comenzado

Tras cincuenta días navegando el océano atlántico, el 22 de junio la delegación marítima zapatista desembarcó en la Praia do Carril (Vigo), dando inicio a la “Travesía por la Vida” que llevará a cientos de zapatistas a encontrarse, durante meses, con quienes luchan en tierras europeas contra el sistema capitalista.

Hay quienes desembarcan ardiendo con un grito
Sin barcos y sin armas por la vida...
El desembarco. León Gieco

Organizando la llegada de “La Montaña”

Desde el viernes 18 de junio numerosas personas procedentes de diferentes colectivos de toda Europa acudieron a Vigo para recibir a la delegación zapatista. Recordamos que el día 2 de mayo zarpó desde Isla Mujeres (México) el llamado Escuadrón 421 (cuatro mujeres, dos hombres y una otroa) que representa la avanzadilla de la “invasión zapatista” anunciada desde el mes de octubre de 2020 a través del comunicado Una montaña en alta mar. Acción que se transformó en una “invasión consensuada” a partir del acuerdo conjunto entre organizaciones europeas y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en la Declaración por la Vida del 1 de enero de 2021.

El barco “Stahlratte” (rata de acero) rebautizado como “La Montaña”, y al mando de tripulación alemana, atravesó el océano, emulando el viaje que las carabelas de Colón realizaron hace más de 500 años pero en sentido contrario. Más que inverso, esta ruta persigue trazar en lugar de destrucción, nuevos caminos hacia un mundo nuevo.

Como anunciaron a través de diferentes comunicados, emitidos entre noviembre de 2020 y enero de 2021, lxs zapatistxs dan continuidad así a su estrategia de tejer redes a nivel internacional con el objetivo de poder conocer las luchas de abajo y a la izquierda existentes en todo el territorio europeo. Entienden las resistencias y rebeldías como pistas para una humanidad que se niega a sucumbir al colapso y, por tanto, luchan por la Vida.

El 14 de junio, el Subcomandante Galeano anunció que “La Montaña” llegaría a las costas de Vigo entre los días 19 y 20 de junio. Por ello, con semanas de antelación, numerosas personas procedentes de colectivos y organizaciones europeas empezaron a preparar el recibimiento de la delegación zapatista en la ciudad olívica – Vigo es conocida por este nombre porque en el atrio de la iglesia de la Colegiata de Santa María existía desde la antigüedad un gran olivo, plantado por los Caballeros Templarios, símbolo de paz y longevidad.

El Centro Cultural y Deportivo As Pedrinhas, en el municipio de Mos, a 15 minutos de Vigo, se convirtió en una especie de Caracol donde poder acampar, con servicio de comida y espacio de reunión. As Predinhas pertenece a lo que se denominan “montes comunales”, donde la titularidad del monte es común y se gestiona por todas aquellas personas que viven en el lugar. Representa un modelo de gestión comunal singular dentro del territorio europeo. Galicia es una región con una gran superficie forestal que en los últimos años ha sufrido numerosos incendios, una agresión no solo a la biodiversidad sino también a estas formas comunitarias de los recursos forestales.

A través de la organización autónoma, los días previos al desembarco, se crearon diferentes comisiones (salud, legal, comunicación, bienvenida), sumándose así al trabajo preparatorio previo realizado por la coordinadora galega aunada en la Xira pola Vida.

Los colectivos galegos y europeos realizaron una Jornada de Solidaridad Internacional la mañana del domingo 20 de junio, recorriendo el centro de Vigo hasta el puerto, con pancartas y banderas para saludar la llegada, todavía incierta, de la delegación marítima zapatista. El cielo nos dio una pequeña tregua para acompañar las voces de la asamblea galega y la representación internacional. Rosa, parte de la asamblea galega, dio la bienvenida a todas las personas provenientes de diferentes latitudes y explicó cómo desde meses atrás venían trabajando con mucha ilusión por construir una agenda común: “(La llegada del barco a Vigo) nos ha removido, nos ha hecho soñar, con todos nuestros déficits y pasiones: ¡bienvenidas! De la manera que podamos vamos a unirnos porque es eso a lo que nos llaman (lxs zapatistxs)...a gritar para construir un mundo diferente. Estamos para trabajar y soñar por un mundo diferente. Que lo que nos queda ahora llegue con mucho aire, con mucha energía, que nos haga sentir y vibrar la tierra que nos une y el mar que nos une a todas”. Por su parte, Viki, del colectivo CSCPL de París (Francia), recordó que lxs compañerxs zapatistas nos hacen el regalo de venir a visitarnos: “Es un momento muy fuerte porque, por fin, decidieron venir a visitar nuestras tierras, ahora que ellxs han trabajado tanto para mostrarnos un camino. Pues el camino nuestro tenemos que buscarlo y encontrarlo, y ahí estamos, creo que nos falta caminar pero ahí vamos...el viaje ya empezó y la lucha sigue. ¡Zapata vive! ¡La lucha sigue! Vamos a recibirles con todo el cariño y el corazón porque la lucha nos necesita.”

Tras la comida en As Pedrinhas llegó la ansiada noticia: “La Montaña” había llegado a costas galegas, y estaba fondeando en el puerto de Baiona, municipio a media hora de Vigo pero integrado dentro de su área metropolitana. Nada más anunciarlo, las personas reunidas en As Pedrinhas nos dirigimos hasta Baiona para poder saludar al escuadrón 421. Bajo una fuerte lluvia, tras la bruma, ahí estaba “La Montaña”. Nos reunimos todxs en el muelle de pesca, el lugar más cercano al barco para que pudieran sentir nuestra presencia y alegría, a pesar de la distancia. Tal y como habían prometido en un comunicado, el barco desplegó una bandera donde se podía leer: ¡DESPERTAD! Estas letras irradian la energía de “nuestra” Berta Cáceres, defensora del territorio lenca de Honduras, quien fue asesinada en 2016 y quien al recibir el premio Goldman, un año antes de su siembra, exigía: “¡Despertemos! ¡Despertemos humanidad! Ya no hay tiempo.”

Durante más de una hora lxs activistas nos mantuvimos frente al barco y mostramos mensajes de bienvenida pintados en carteles, cantamos y gritamos: ¡Zapata Vive¡ ¡La lucha sigue!. El escuadrón 421 nos devolvió saludos y sonrisas desde el barco. No es casual que el primer encuentro se diera en este puerto. Aquí llegó la carabela La Pinta en 1493, convirtiendo a las tierras galegas en las primeras que tuvieron conocimiento de la “conquista” de las mal llamadas “Indias”. De hecho, a pocos metros del barco zapatista se podía ver la reproducción de La Pinta en el mismo puerto de Baiona, construida durante la conmemoración del V Centenario de la conquista de América.
Por fin habían llegado, pero faltaba el desembarco...y la fiesta.

El desembarco zapatista a ritmo de gaitas

El desembarco del escuadrón 421 se realizó en el espigón situado al lado del Museo del Mar, en el barrio pesquero de Bouzas (Concello de Vigo) el martes día 22 de junio. Programado a las 17 de la tarde, las diferentes comisiones estuvieron desde horas antes preparando la ceremonia de bienvenida. En un espacio verde, cerca de la playa, se dispuso el escenario y pronto empezaron a colgarse numerosas pancartas de bienvenida, donde se podía leer: “Bienvenidas Zapatistas: la Europa insumisa les abraza.; “Vigo: porto de acollida”; “L’autre conquête a commencé” (La otra conquista ha comenzado); “Frente al gran capital, una milpa en común”; “Otro mundo es posible”; “A nosa loita é pola vida”; “El único tesoro que le queda a la ciudad es el Barrio”. Los caminos que rodeban el escenario fueron rebautizados como “Rúa Subcomandante Pedro” y “Rúa dos Povos Indíxenas”. A un costado se podían ver izadas las banderas zapatista, republicana e independentista galega.

Pasadas las 17 h, se acercó una lancha al Museo del Mar donde iba la delegación zapatista y fue recibida por un grupo de personas en ese mismo lugar, así como por la música de un grupo de gaiteiras, compuesto solo por mujeres. La gaita es un instrumento de origen muy antiguo y que, pese a perder popularidad a partir del siglo XVIII, sigue siendo popular en territorios como el gallego o el asturiano. Su melodía te transmite la dureza de la vida en el mar y la serenidad del verde que inunda las tierras galegas.

Tras descender de la lancha hubo una primera recepción, a la que pudieron acceder pocas personas debido a las medidas de seguridad establecidas para garantizar la protección del escuadrón frente a la COVID. Después se dirigieron a la playa de Carril, precedidas por las gaiteiras, y allí, representantes de diferentes luchas del territorio europeo se presentaron frente al escuadrón 421 en su propia lengua. Este recibimiento quería emular un “espejo” colectivo, un encuentro de luchas, esta vez sí, rompiendo con el paradigma de la negación que representó la llegada de Cortés a Tenochtitlán (Ciudad de México) hace más de cinco siglos y que propiciaría el surgimiento de la economía-mundo capitalista. No hay que olvidar que en esta “Travesía por la Vida” tendrá lugar un encuentro de luchas el próximo 13 de agosto, coincidiendo con la conmemoración de los 500 años de la “supuesta conquista de lo que hoy se conoce como México”, no para pedir perdón, sino para decirle al pueblo español: “Que no nos conquistaron. Que seguimos en resistencia y rebeldía.”
Centenares de personas rodeaban a la delegación zapatista, acompañándoles hasta el escenario donde pudieron sentarse escoltados por la tripulación que les había traído hasta las costas galegas. Durante los momentos previos al acto de bienvenida las gaitas acompañaron la danza de una “Muiñeira”. Samuel Diz, guitarrista galego, nos explicó la relación de la danza tradicional conocida como “La Muiñeira” con la producción agrícola y, en particular, con los molinos tradicionales de gestión comunal. El molino (en gallego: muíño) estaba compuesto por dos piedras circulares (las muelas: moas) que, al girar, molían el trigo, convirtiéndolo en harina. El trigo se vaciaba en un depósito desde donde iba cayendo hacia el centro de las muelas, y para que este no se estancara, un palo de madera golpeaba las muelas, cuya vibración permitía la caída del trigo. El sonido creado a través de dicho proceso inspiró el ritmo de las muiñeiras que acompañaron el desembarco zapatista en la playa de Carril.

El acto de bienvenida inició con unas palabras por parte de la asamblea galega. El escuadrón se sentó frente al público y detrás de ellxs, se podía ver a la tripulación de “La Montaña”. A primera vista, en el escenario, se podían ver tres de los cuatro cayucos de madera construidos y pintados en las comunidades zapatistas, intactos tras cruzar el océano. En el comunicado titulado La Ruta de Ixchel, el subcomandante Galeano explicó que cada uno de los cayucos representa las diferentes etapas de la lucha zapatista. Y, tal y como confiesa más tarde, lxs zapatistas siempre se preparan para fracasar. Por ello, los cayucos estaban preparados por si la Europa de abajo no les recibía y tenían que regresar por su cuenta. Afortunadamente, tal y como pasó con el levantamiento zapatista, la sociedad civil respondió y los cayucos seguirán viajando, ahora para dar a conocer la lucha zapatista y no para llevarles de vuelta a Chiapas.

Entre los regalos que recibió la delegación zapatista era visible un cesto lleno de las herbas de San Xoan. El día del desembarco era la víspera de la noite de San Xoan (noche de San Juan), una fecha en la que se celebra el solsticio de verano, muy importante en tierras galegas, tal y como nos explicó la creadora viguesa Beatriz Fontán. Allí se recolectan plantas y flores, después se ponen en agua y se dejan toda la noche bajo la luz de la luna. Cuenta la sabiduría popular que, al día siguiente, si te lavas la cara con esa agua, no envejeces. Una muestra de cómo siguen vivas cotidianamente prácticas sanadoras procedentes de conocimientos populares. Los saberes otros también resisten en la Europa de abajo.

Antes de escuchar la palabra de la delegación zapatista, el capitán Ludwig nos compartió: “Por suerte llegamos acá. Les entregamos a los compas zapatistas. (...) Para nosotros terminó un viaje pero aquí comienza un viaje nuevo. Y que despierten todos los que no están aquí...¡que despierten!”.
Siguiendo el sueño zapatista, la primera persona del escuadrón que pisó tierra fue Marijose, otroa zapatista –así nombran ellxs a quienes no se sienten ni hombres ni mujeres—, como una “cachetada con media negra para toda la izquierda heteropatriarcal”. Y precisamente, uno de los momentos más emotivos fue cuando Marijose, re-nombró a Europa en bats’i k’op –lengua verdadera u originaria—, diciendo: “A nombre de todas las mujeres, hombres, niñxs, ancianos y, claro, otroas zapatistas declaro que el nombre de esta tierra a los que sus naturales llaman ahora Europa, de aquí en adelante se llamará Slumil K’ajxemk’op que quiere decir “tierra insumisa” o “tierra que no se resigna, que no desmaya”. Y así será conocida por propios y extraños, mientras haya alguien aquí que no se rinda, que no se venda y que no claudique.”
A continuación, el resto del escuadrón tomó el micrófono y se presentó en su lengua originaria: Ximena en cho’ol; Carolina y Lupita en tsotsil; Bernal en tojolabal; Felipe en tseltal; Yuli y Marijose, aunque son originarias tojolabales, hablaron en castilla –modo en que se refieren a la lengua castellana—. Todxs ellxs terminaban sus intervenciones diciendo “soy cien por ciento zapatista”. Yuli compartió: “estoy contenta de que mis pueblos me hayan nombrado para vivir esta experiencia. Somos la primera delegación pero detrás hay muchos más y vendrán muchos más.” A continuación, Marijose terminó la participación del escuadrón diciendo: “Gracias a ustedes por abrir su corazón y la puerta de su continente europeo para compartir nuestras rabias, nuestros dolores, nuestros modos, nuestras geografías y nuestras formas de lucha y también nuestros modos de resistencias y rebeldías. Estamos aquí para demostrarle al sistema capitalista que otro mundo es posible. Y nunca más un mundo sin nosotros, sin nosotras y sin nosotroas”. Al terminar, los corazones presentes gritaban: “¡anti-anticapitalistaaaa!”

El acto de bienvenida contó con la participación de diferentes voces que reflejaban la diversidad de luchas presentes. Entre ellas, el grupo de personas racializadas de Vigo, quienes decidieron dejar de participar en el colectivo encargado de la organización de la llegada zapatista, denunciando actitudes racistas. Esta situación que fue hecha pública a nivel interno durante los días previos, tuvo visibilidad durante la recepción de la delegación y mostró una realidad que no es exclusiva de tierras galegas, sino que muestra el reto que la diferencia todavía representa en muchos espacios organizativos en toda la península donde se sigue reproduciendo la colonialidad. En el comunicado leído señalan que la decisión de no participar se debe a la incomodidad que les generaba el espacio y que ya era previa a la organización de la llegada de la delegación zapatista. Denunciaron la violencia implícita para las personas migrantes y/o racializadas en la asamblea galega: “(...) que nuestras vivencias y juicios se pongan en juicio, que nuestras experiencias se deslegitimen y que nuestras voces no se escuchen es algo que desde hace más de 500 años se ha normalizado y que nosostres no vamos a consentir ni ahora, ni nunca. (...) Queremos destacar que en este espacio no está existiendo ningún eje decolonial y/o antirracista, y nosotres no podemos perder energía y desgastarnos emocionalmente dando pedagogía gratuita”. Las compañeras finalizaron, aclarando que no participarían en reuniones pero manifestaron su voluntad de encuentro con les hermanes zapatistas.

En medio del acto de bienvenida, mientras lxs compañerxs zapatistas estaban en el escenario, se solicitó que bajaran un momento para despedirse de la tripulación. Con los ojos humedecidos la tripulación y el escuadrón se despidieron entre abrazos. De seguro, solo ellxs saben la vivencia única experimentada durante semanas en alta mar. En conversación con el capitán Ludwig, quien no quiso ser entrevistado –minimizando la importancia de su papel en esta hazaña—, nos contó que la convivencia había sido muy buena y nos encomendó el cuidado del escuadrón.

Tras lecturas poéticas y actuaciones musicales reivindicando las lenguas originarias, la fiesta y la rebeldía, el evento terminó para que la delegación zapatista pudiera descansar y “tomar tierra” después del largo viaje marítimo. Eso sí, no faltó la cumbia porque, como siempre han reivindicado lxs zapatistas, la lucha también se baila: “En suma siempre nos preparamos (...) para morir. Por eso la vida, para el zapatismo, es una sorpresa que hay que celebrar todos los días, a todas horas. Y qué más que mejor si es con baile, música, artes”.

Cansadxs y contentxs, lxs compañerxs zapatistas se marcharon y el resto de presentes también. Al día siguiente se programó una asamblea en As Pedrinhas para evaluar el acto organizativo y poder seguir con la organización. Algunas personas internacionales deseaban poder hablar con el escuadrón 421, pero se trasmitió la necesidad de descansar y esperar la llegada del siguiente delegación zapatista para iniciar los encuentros y actividades públicas. Poco a poco, lxs activistas procedentes de otros lugares de la península y del resto del territorio europeo fueron abandonando Vigo, a la espera de las próximas acciones convocadas por lxs zapatistas.

La Travesía por la Vida: ¿a qué vienen lxs zapatistas?

El domingo 27 de junio amanecimos con un nuevo comunicado: La Travesía por la Vida ¿A qué vamos?, donde el Subcomandante Galeano anuncia que la llegada de una delegación zapatista más nutrida que recorrerá Europa arribará por avión a París. Desde el pasado año han ido explicando el porqué de esta travesía que da continuidad a las numerosas propuestas que han ido lanzando a nivel internacional con el objetivo de escuchar otras luchas y de seguir tejiendo redes anticapitalistas. Como todas las iniciativas que ellxs mismos califican de “delirantes”, esta no lo es menos para cualquier resistencia mental a soñar otros mundos posibles.

En este último comunicado (hasta el momento) explican que llevan años analizando la “máquina asesina” (el capitalismo) y que desean sobre todo poder conversar e intercambiar análisis con quienes luchan en territorio europeo, con quienes quieran hablar sobre el criminal y el modus operandi del crimen, sin importar color, tamaño, raza, sexo, religión, militancia política o traspié ideológico. Pero no solo eso, aclaran: “Vamos a agradecer a lo otro su existencia. A agradecer las enseñanzas que su rebeldía y su resistencia nos han regalado. A entregar la flor prometida. A abrazar lo otro y decirle al oído que no está sola, soloa, solo. A susurrarle que valen la pena la resistencia, la lucha, el dolor por quienes ya no están, la rabia de que esté impune el criminal, el sueño de un mundo no perfecto, pero sí mejor: un mundo sin miedo.”

De algún modo siguen caminando el propósito que ya anunciaron hace más de 15 años cuando lanzaron la Sexta Declaración de la Selva Lacandona (2005), en la que explicaban su lucha y cómo miraban el mundo. En ella analizaban el capitalismo en su fase de globalización neoliberal basado “en la explotación, el despojo, el desprecio y la represión a los que no se dejan.” Y frente a ello, propusieron: “Pues en el mundo lo que queremos es decirle a todos los que resisten y luchan con sus modos y en sus países, que no están solos, que nosotros los zapatistas, aunque somos muy pequeños, los apoyamos y vamos a ver el modo de ayudarlos en sus luchas y de hablar con ustedes para aprender, porque de por sí lo que hemos aprendido es a aprender.”

En aquel momento, la Sexta ya fue interpretada como una manera de explicar su lucha frente al capitalismo, pero también como un cuestionamiento a qué está haciendo cada quién en su geografía contra el sistema capitalista. Como avisan: “El zapatismo es un montón de preguntas. Y la más pequeña puede ser la más inquietante: ¿Y tú qué?”

Ahora, desde el tiempo cíclico, cuando se cumple un katún, veinte años de la Marcha del Color de la Tierra y de las luchas antineoliberales en Europa (el 20 de julio se conmemoran los veinte años del asesinato de Carlo Giuliani en Génova) nos vuelven a interpelar.

No quieren marcar un camino, ni ser “el referente” sino reconocer que “cada quien, según su calendario, su geografía, su modo, habrá de construir su camino. Y, al igual que nosotros, los pueblos zapatistas, irá tropezando y levantándose, y lo que construya tendrá el nombre que le dé la gana tener. Y sólo será diferente y mejor que lo que hemos padecido antes, y lo que padecemos actualmente, si reconoce lo otro y lo respeta, si renuncia a imponer su pensamiento sobre lo diferente, y si al fin se da cuenta de que muchos son los mundos y que su riqueza nace y brilla en su diferencia. ¿Es posible? No lo sabemos. Pero sí sabemos que, para averiguarlo, hay que luchar por la Vida.”
La “Travesía por la Vida” apenas comienza y ya ha encendido los corazones de miles de personas que esperan en sus territorios la llegada de las delegaciones zapatistas para escuchar y compartir, para seguir mirándonos ahora entre muchos espejos, convirtiendo el respeto a las diferencias en nuestra principal arma contra los proyectos de muerte que nos amenazan en todas las latitudes.