Resumen anual 2018 - 4. Los resultados electorales y el nuevo gobierno

2018 quedará marcado en la historia del país como el momento en que la casta política dominante fue desplazada por una irrupción electoral de buena parte de la población. Por primera vez en la historia del México, las masas eligieron un gobierno y su voluntad fue respetada. Estos son hechos que no pueden ser desestimados si queremos incidir en la transformación de la terrible realidad que estamos viviendo.

Significado del triunfo de Morena y AMLO

La mayor votación en la historia del país, la victoria en la elección presidencial, de varios gobernadores y de la jefatura de gobierno de Ciudad Monstruo, así como la mayoría en las cámaras de diputados y senadores, crearon las condiciones para que el gobierno de López Obrador impulse su proyecto. Pensamos que lo esencial del debate sobre lo que significa este cambio ya fue dicho por el EZLN: cambió el capataz pero el finquero sigue siendo el mismo. A partir de esa consideración, pensamos que para nuestras luchas es necesario entender qué es el gobierno del nuevo capataz y su proyecto de país, para elaborar estrategias que puedan incidir en las nuevas condiciones políticas y sociales que vivimos.

El entendimiento de la situación es una tarea colectiva y compleja. Desde este espacio aportamos dos cuestiones generales que, pensamos, pueden echar luz sobre el significado del nuevo gobierno.

En palabras del Maestro Carlos Fazio, es posible que se pongan algunos límites al capital, pero no al capitalismo. Sabiendo que el cambio propuesto apunta a “mejorar el capitalismo” y no a acabar con el capitalismo, en primer lugar, hay que subrayar el carácter desarrollista y extractivista del proyecto de López Obrador.

El desarrollismo quiere decir que a través de la intervención directa del estado en la economía y la sociedad, el gobierno logre que la economía mexicana crezca y con ello, se mejore la situación de “ricos y pobres”. Ejemplos de estas intervenciones son las zonas económicas especiales, las plantaciones de árboles maderables, el corredor de “desarrollo” en el Istmo de Tehuantepec, los programas de “bienestar social” como la pensión a los adultos mayores, becas para los jóvenes y discapacitados.

Por su parte, el extractivismo pretende estimular actividades de rápido impacto en la economía, pero con gravísimas consecuencias sobre el ambiente, como son la construcción de infraestructuras, el turismo, la minería y la industria petrolera.

Así las cosas, el proyecto de nación apunta a intensificar la explotación de las personas y de la madre naturaleza, lo que permite mejorar la situación económica al menos en el corto plazo.

En segundo lugar, es evidente que ni el nuevo gobierno ni ningún gobierno podrán solucionar todos los grandes problemas de México. Sin embargo, el nuevo gobierno está obligado a hacer frente y lograr una solución a lo que nuestro punto de vista es el principal problema que enfrentamos: la guerra sin fin que desangra el país. Hasta ahora, en víspera de la aprobación en el parlamento de la creación de guardia nacional, la estrategia propuesta es la pacificación, que al final de cuentas significa la ocupación territorial por parte de las fuerzas armadas. Algo así como el ejercicio de la soberanía a través de la violencia, con justificaciones jurídicas y sociales, incluso electorales, pero que implica la continuación de la guerra.

¿Estos argumentos significan que ya está escrito que el gobierno de López Obrador fracasará? Pensamos que el resultado del cambio de capataz será producto de la acción de muchas otras fuerzas y procesos que se han puesto en marcha. Pero el punto de partida de la llamada 4ta transformación es el de reforzar el capitalismo. Y en una relación de fuerzas sociales que es dominada de manera muy amplia por los grandes capitalistas, este punto de partida levanta serias dudas sobre las posibilidades de una transformación que beneficie a la mayoría de quienes vivimos en México… Y esto no es pesimismo, ni ganas de que el gobierno fracase: el espejo de Brasil nos pinta un futuro que nadie desea para México.

Primeros pasos del nuevo gobierno

El entendimiento de la situación actual también pasa por las acciones que se van tomando. A mes y medio del inicio de la nueva administración, podemos constatar un elemento cualitativo y radical que, al parecer, marcará el sexenio de López Obrador: el creciente poder de las fuerzas armadas. Diversas decisiones han apuntalado al poder militar:

+ La decisión de no iniciar un proceso de regreso de los militares a sus cuarteles, tras la visita del presidente electo a los anteriores titulares de las secretarías de la defensa y de marina, que implicó un viraje de las promesas de campaña y la propuesta de crear una Guardia nacional.

+ La entrega de las obras del nuevo aeropuerto en Santa Lucía a la Secretaría de la Defensa Nacional, y la entrega de 500 pipas de transporte de combustible, con lo que el Ejército extiende su influencia hacia la economía, a través de intervenciones directas.

+ La defensa de las fuerzas armadas que hace López Obrador, con lugares comunes que no tocan el fondo del problema. Así por ejemplo, las expresiones del presidente del tipo: “soldados y marinos son pueblo” o “los oficiales son hijos del pueblo”, dejan de lado que en el pasado inmediato, el ser hijos del pueblo no impidió a oficiales y tropas realizar crímenes de lesa humanidad y crímenes de estado.

+ La creación de una guardia nacional que tiene como piedra fundamental elementos de las policías militares existentes y un mando operativo militar.

Este ángulo de militarización de la vida nacional ha tratado de ser minimizado por el nuevo gobierno y sus aliados, pero la terca realidad nos muestra que las fuerzas armadas son el brazo ejecutor de la estrategia de seguridad que se aplica desde el 1ro de diciembre de 2018, y por tanto, uno de los grandes poderes existentes en el país, con una influencia política y social creciente.

En la parte complementaria de la estrategia gubernamental, se han echado a andar los programas de asistencia social, principalmente subsidios directos que, como ordena el Banco Mundial, están dirigidos a los llamados grupos vulnerables y crean apoyo para quien los otorga y maneja. La importancia de estos programas se expresa en los montos destinados en el presupuesto aprobado para 2019: 5 programas de subsidios concentran casi 307 mil millones de pesos; entre ellos, los más importantes son los de adultos mayores con 100 mil millones, y los destinados a comunidades indígenas con 88.6 mil millones. Tal derrama de recursos tendrá dos efectos positivos para el nuevo gobierno, al aumentar y fortalecer su base social, además de que implicará crecimiento económico, dado que las personas que reciban los subsidios consumirán más y por tanto, la producción deberá crecer también…

La llamada “guerra contra el huachicol”, primera acción ofensiva del nuevo gobierno, se mueve en la misma ambigüedad del fusil y el “beneficio” colectivo. Nadie pone en duda la necesidad de detener el saqueo de las riquezas del país, pero tampoco podemos dejar de lado que el combate al robo de combustibles está legitimando la presencia de las fuerzas armadas en las calles y en las instalaciones de las principales empresas de propiedad estatal.

Perspectiva para la lucha frente al gobierno de AMLO

Las luchas sociales, la resistencia y la rebeldía enfrentan un nuevo escenario, en tanto el actual gobierno ha prometido nunca reprimir y atender los reclamos sociales. Y sobre todo, pensamos que es preciso tomar en cuenta que a diferencia de los gobiernos de Calderón y Peña Nieto, el de López Obrador cuenta con una amplia base social Y militante.

Desde este espacio, pensamos que hay que tomar en cuenta las promesas del nuevo gobierno y tratar de obligarlo a cumplirlas con nuestras resistencias y movilizaciones. Del mismo modo, nuestra rebeldía debe incluir un debate constante y bien fundamentado con las iniciativas gubernamentales, no tanto porque se busque “convencer” a los gobernantes, sino porque de ese modo se ofrecerá una alternativa a las millones de personas que están dispuestas a actuar para lograr un cambio verdadero en sus vidas…

En esa perspectiva, la defensa de los territorios, la exigencia de la desmilitarización y de que la asistencia social no se convierta en contrainsurgencia, son tres ejes que podrían impulsar la unificación de las luchas sociales y políticas que no han sido seducidas y desmovilizadas por el canto de las sirenas del triunfo electoral de 2018… La lucha sigue!

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