El manifiesto

¿Por qué Yggdrasil?

El árbol mundo. Muchas tradiciones en nuestro planeta evocan un árbol gigante que se eleva hasta los cielos. Eje del universo, atraviesa los tres mundos, el de los muertos, el de los humanos y el de los dioses. Es a través de él que el cosmos se regenera en forma perpetua.

En la mitología nórdica, este árbol cósmico se llama Yggdrasil. Cuenta la leyenda que tras el gran cataclismo, Yggdrasil, símbolo de la eternidad, sobrevivirá. De su madera surgirán una mujer (Vida) y un hombre (Deseo de vida), ancestros de la nueva humanidad.

Yggdrasil es un fresno que, como los otros caducifolios, apareció hace aproximadamente 50 millones de años. Pero este árbol mítico, que ha acompañado a las primeras comunidades humanas en su crecimiento, está desapareciendo del mundo occidental… devastado por una enfermedad.

Por lo demás, no es el único que desaparece: incontables animales, vegetales, pueblos, culturas, lenguas… han recorrido el camino de la extinción. Desórdenes climáticos, agotamiento de recursos y de materias primas, destrucción de lo vivo en la tierra y en los mares, desgarramiento del tejido social, aumento de las tensiones políticas, migraciones masivas, exterminio de los pueblos originarios… nos deslizamos de manera inexorable hacia el fin del mundo tal y como lo conocemos.

Aún peor, se han producido las condiciones para que emerja la posibilidad de que nuestra sociedad o nuestra especie – y mucho más – colapsen. Será preciso vivir con ello. En adelante, para nosotros, los sobrevivientes, se trata de organizarse para evolucionar en un mundo sin rumbo, perturbado, degradado, devastado, pero vivo aún.

Estas constataciones, temibles y abrumadoras, portan en ellas el riesgo de un colapso interior, ya que entender todo esto es codearse con la muerte, el miedo, la tristeza, la desesperanza, la cólera y la rabia. Pero también es darse cuenta de que esos afectos son señales de nuestra sensibilidad frente a la injusticia, de nuestro valor para vivir, y de la profundidad de los vínculos y del amor que tenemos por lo que desaparece. Ellos nos hacen estar vivos, es preciso recibirlos, atravesarlos, y finalmente, aprender a convivir con nuestras sombras.

Vivir con las catástrofes y con las malas noticias que traen no es solo una historia de fin del mundo. Para muchos, es la oportunidad de juntarse, recobrar confianza, construir/luchar, entender que todo está interconectado, tejer alianzas con los "otros no-humanos", reencontrar nuestro lugar preciso en la trama de la vida, e imaginar juntos otros modos de organización y otros horizontes posibles. Estos desafíos no tendrán otros efectos que el transformarnos de manera profunda, el metamorfosearnos, y para ello, el medio más seguro es reconectarnos a la fuente brotante de la infancia: la alegría.

Con Yggdrasil, nos embarcamos en un viaje iniciático: descubrir el ser que vibra en cada uno y, gracias a los otros seres vivos, desplegar y explorar su parte salvaje, devolverle la vida. Acompañar el fin de un ciclo y emprender la renovación.

¡Que comience la gran travesía!