BoMbAs o LuChA KaLlEJeRa?

, por Luna

Bombas o lucha callejera. Las rutas de la rebelión

Durante el último año en distintas ciudades de México se han sucedido distintos hechos donde se han registrado explosiones provocadas por bombas de fabricación casera

Diversas celulas anarquistas, conformadas por jóvenes, se han responsabilizado de dichos ataques, que en su mayoría han estado dirigidos contra instituciones bancarias y trasnacionales.

Los causales de estos eventos hemos de buscarlos en distintas realidades, de las cuales sin embargo, no podríamos decir que alguna tiene mayor peso que otra. En primer lugar, el reniego a tener que someterse a los designios que impone la realidad capitalista en la vida cotidiana; es decir, no querer vivir -más, asalariadamente en la miseria. En segundo lugar, el clima de violencia institucional cada vez más fascista que el Estado, las burguesías y el capital, han implantado a contrapelo del sentir generalizado de la población trabajadora que reclama mejores condiciones de vida. En tercer lugar, las experiencias teórico-prácticas que se han desenvuelto en México, e incluso en el mundo, desde hace varios años, particularmente aquellas de corte anarquista e incluso "ecoanarquista", pero también otras ligadas a las luchas que abajo y a la izquierda que se han dado con mayor fuerza de unos años a la fecha. En cuarto lugar, el aprovechamiento de las condiciones de crisis del capitalismo mundial, a la luz de la necesidad de una revolución anticapitalista -en todo el mundo.

No obstante la validez de las justificaciones anteriores y otras más que se pudieran agregar, es importante repensar estas acciones. De nuestra parte consideramos que el haber presos no es siquiera un retroceso porque el Estado siempre ha utilizado la desaparición forzada y el encarcelamiento para enfrentar a los movimientos que se niegan a dar marcha atrás a sus demandas, o que buscan su caída. La tortura, la desparición forzada, el encarcelamiento, son prácticas violatorias de los derechos humanos que no hacen sino confirmar el carácter opresivo de todos los Estados, sin excepción alguna. Los que ahora están presos y los que antes lo hemos sido sabemos por experiencia que la lucha es contínua y es a muerte (o por la vida, como quiera considerarse...), tanto fuera, como dentro de las cárceles. La cuestión de los presos es en muchas maneras una prueba a nuestra capacidad organizativa, de respuesta y apoyo, pero también a nuestra dignidad, conciencia y compromiso. Decía José Revueltas que quien no puede soportar la angustia del encierro no podrá soportar la angustia de la libertad, lo cual es muy cierto pues definitivamente no debe hacernos falta caer en las garras del Estado para comprender la situación de control, vigilancia y castigo que impera en el panóptico que es la vida cotidiana. Romper con esa realidad ha sido siempre un imperativo para cualquiera que se plantee rebelde, revolucionario. Los anarquistas que han estado detonando explosivos lo saben y por eso han escogido el ataque contra instituciones del capital y del Estado, como manera de alentar la insurrección.

Querer que los burgueses y sus esbirros sientan en carne propia el miedo que ellos sin piedad infunden contra el pueblo trabajador para mantenernos oprimidos, puede ser incluso un acto muy justo: "con la vara que midas serás medido". La acción terrorista, es así, busca, destruir, cobrar venganza o provocar el miedo dentro de los grupos o clases contra los que está dirigido el ataque. Sin embargo, la acción terrorista, tiene un defecto muy grande -que le quita su justeza y es precisamente que con su alto grado de violencia se desatan las peores pasiones humanas: el rencor y el odio, las cuales de nunca podríamos considerar como fuente de libertad. La guerra imperialista, que es por excelencia la acción terrorista más pura, siempre va dejando a su paso destrucción y muerte, pero también, vileza, humillación, rencor y odio. Piensese por ejemplo en la guerra en la ex-Yugoslavia. Hoy mismo muchos de los que participaron en ella no podrían explicar el porqué de su crueldad y sin sentido, los cuales hoy también, son el pan de cada día en Palestina, en Irak, en Colombia, en Afganistan... y en muchos lugares en el mundo.

Desatadas esas pasiones que se expresan en una espiral de violencia de dimensiones y costos enormes, no hay manera de detenerlas, más que con la derrota de uno u otro oponente. Lamentablemente es así porque con esas pasiones las razones se endiosan, los sentidos se ciegan y no se es capaz de reconsiderar las acciones. En cierta manera que el capitalismo no pueda humanizarse se debe también a que el capital ha sido endiosado por muchos en el mundo. Es decir, no está dentro de si poder dar marcha atrás a su proceso de expansión y destrucción, que son su razón de ser. Por eso tenemos que derrotarlo y por eso tenemos que combatir a los que lo endiosan desde sus púlpitos.

Experiencias de lucha callejera también se han dado en México. Sin embargo, a diferencia de las bombas anarquistas, éstas se han inscrito dentro del desarrollo de movimientos de resistencia, particularmente de campesinos y obreros. La lucha callejera tiene la cualidad, digamoslo ahora, de ser una estrategia de enfrentamiento contra el Estado que no está basada en la acción individual o serial (celulas), sino en la acción colectiva. Aunque es cierto que la lucha callejera no siempre ha sido de resistencia, es decir, también se ha dado como forma de protesta, por ejemplo, en los movimientos anticumbres -recuerdese Cancun o Guadalajara, nos parece que esta se ha dado con mayor impetu dentro de la circunstancia de defensa del territorio y de la organización, recuerdese por ejemplo la defensa de Atenco en 2006, o la batalla del 2 de noviembre en Oaxaca.

Además de lo anterior, la lucha callejera, tiene otra cualidad: impacta de distinta manera en el imaginario popular. Mientras que las bombas despiden ondas de impotencia e insertidumbre (aumentadas por los mass media), incluso para los que nos ’alegramos’ con su explosión cuando estas dan en el blanco (el estado y el capital), la lucha callejera transmite fuerza, ánimo y coraje. Piensese que incluso como ’simples transeuntes’ si miramos a alguien poner una bomba, inmediatamente nos alejaremos de ahí, lo cual no haríamos si de buenas a primeras se desata una batalla campal entre la policía y un grupo de vendedores ambulantes (como sucedió en Tepito), o un grupo de campesinos (como sucedió en Atenco), o un grupo de manifestantes, pues hasta incluso podría suceder que nos involucremos en la pelea.

Ese involucramiento fue precisamente el que se dió en grandes magnitudes en la memorable batalla del 2 de noviembre de 2006 en Oaxaca. En esa batalla, de la que debemos aprender mucho porque se ganó, hubo incluso una participación espontánea del pueblo trabajador por la defensa de sus demandas (la caída de Ulises Ruiz), de su organización (la radio universidad) y de su territorio. Por ello mismo, que se haya ganado se debió, aun pese a la diferencia en la capacidad de fuego entre ambos bandos, a la fuerza, al ánimo, al coraje, a la decisión de no permitir que la policía humillara al pueblo trabajador oaxaqueño. Lo hizo, sí, el gobierno, cuando se nego rotundamente a quitar a Ulises Ruiz, pero incluso pese a ello la victoria recayó rotundamente en el pueblo trabajador oaxaqueño. Desde la rebelión en Oaxaca, o incluso desde antes, el Estado sabe que lo podemos derrotar por eso ha puesto en marcha su maquinaria de guerra bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico. Aun así, de nosotros depende construir bases solidas para alcanzar una victoria total.

La rebelión popular tiene muchos caminos. En Euskal Herria la Kale Borroca es una estrategia de lucha que la juventud vasca se ha dado como forma de participar en la lucha por la independencia y el socialismo. La kale borroca, como lucha escencialmente urbana mezcla elementos de la acción terrorista -anarquista, con la lucha callejera propiamente dicha, es decir, lo mismo se destruyen cajeros automáticos y se incendian carros de policía, que se arma una barricada y se lucha cuerpo a cuerpo con la policía. Sin embargo, pareciera, tal vez por presentarse en la circunstancia urbana, no tener las virtudes que en México las luchas callejeras han tenido y hemos mencionado atrás. No obstante, es preciso aprender de todas las experiencias de lucha para avanzar en la ruta de la rebelión. Con esa intención, a continuación transcribimos algunos párrafos de una entrevista a activistas de la Kale Borroca de Euskal Herria publicada en 2006:

"La definición es bien sencilla: “lucha de calle”, ’lucha en la calle’. Es la respuesta por métodos variadísimos a la situación de represión nacional y social que tiene que soportar Euskal Herria. En unos Estados policiales, corruptos, militarizados y fascistas como en los que nos hacen vivir, no se puede desarrollar por desgracia otras formas de protesta. Sales en manifestación y te la prohiben y te cosen a hostias. No existen medios de comunicación potentes en los que desarrollar las denuncias y los que existían (”Egin”, muchas radios libres) los cerraron a perpetuidad. Euskal Herria está dividida en tres comunidades, están asesinando a los presos políticos y a los exiliados, estamos en el puto paro, explotados, reprimidos y sin ninguna posibilidad de salir de la miseria como pueblo."

"La “kale borroka” se viene ejerciendo desde hace muchos años, variando sus formas según las condiciones; puede ser un salto contra la txakurrada (policía), montar una barricada, pegar unos carteles que no sean “políticamente correctos” o darle fuego a una ETT"

"En pro del proyecto nacional y social por la independencia y el socialismo en Euskal Herria hay ciertas acciones más y menos correctas; hay que guardar un equilibrio entre la agresión que sufrimos y la respuesta a dar. Para nosotros, por ejemplo, el transporte público no es un objetivo de sabotaje; otra cosa es si se tiene que utilizar como barricada en una mani o cosas así, pero un ataque planificado a un autobús, un contenedor u otros servicios públicos, habiendo tantas y tantas ETTs, sedes de partidos fascistas, inmobiliarias, bancos, cajeros o coches y propiedades de represores, nos parece difícil de digerir."

"El futuro y el camino que vemos es la lucha, la lucha radical hasta lograr la independencia como nación y el socialismo como proyecto social. Nosotros al menos no vamos a cejar en ese empeño, aunque paguemos un alto peaje por ello, como son detenciones, criminalización y cárcel."

De lo anterior podríamos desprender muchas cosas, pero no hace falta repetirlas pues están dichas con un claridad díficil de imitar puesto que provienen de la experiencia. Nosotros, sin embargo, agregaríamos que el poner bombas no es la única manera de agitar, de llamar, de provocar la insurrección. Lo es también apoyando y promoviendo la autoorganización, pero también la autodefensa y la autonomía, por tanto no debemos caer en la ruta del mero terrorismo puesto que como hemos dicho, ello solo nos puede llevar a la derrota. Hay tareas por hacer, hagamoslas.

Todxs a preparar la lucha en los barrios, en las colonias, en los pueblos. Calle por calle contra el Estado y el Capital.

Presos políticos, a la calle!!

Marzo 2010
Tomado de la pagina de La Haine.